del 13 Festival Shakespeare en la localidad francesa de Tournon Sur Rhône, con el acompañamiento de un guía, las distintas habitaciones del museo. Fuimos a Le Tournon, un bistrot en la calle de ese nombre, en la esquina de Vaugirard. Robert tiene que acompañar a su jefe a Varsovia este fin de semana -me anunció-. Acabé tomándome yo solo toda la jarra de Cotes du Rhóne. Averigua lo que Saeed Degir (sadzero) ha descubierto en Pinterest, la mayor colección de ideas del mundo. La otra, dólares. Estuve pensando, un momento. Bromeamos un rato y al anochecer me llevó las dos maletas, que metimos debajo de mi cama. Pasé una semana con los pelos de punta, pensando que si a cualquier ladrón se le ocurría robarse ese dinero, el MIR nunca se creería lo del robo y yo me convertiría en un blanco de la revolución. Lo sentía mucho pero no había podido averiguar nada. Yo lo defendía, en acaloradas discusiones. Hasta hacía muy poco, su mujer había trabajado limpiando casas para sostener la economía familiar. Él quería ayudar a prepararlas, sobre el terreno. La dirección del MIR no se lo autorizaba y esto lo enfurecía. Las dos o tres veces que le vi iba vestido muy formal, con corbata y una casaca de cuero marrón. Y, sin embargo, había estado varias chica de acompanamiento tournon en rhone preso, exiliado en México, y viviendo en la clandestinidad. Guillermo Lobatón era otra cosa. En fue expulsado del país por el gobierno militar y, luego de mil pellejerías, llegó a París, donde, a la vez que se ganaba la vida con las manos, retomó sus estudios de filosofía en la Sorbona. El Partido Comunista le consiguió luego una beca en Alemania Oriental, en Leipzig, donde continuó sus estudios de filosofía y estuvo en una escuela de cuadros del Partido. Allí lo sorprendió chica de acompanamiento tournon en rhone Revolución Cubana. En ese trabajo, en el que exaltaba el ejemplo de Fidel Castro y sus compañeros como modelos revolucionarios, había una cita de Trotski. Así llegó a París, donde se había casado con una muchacha francesa. Jacqueline, también militante revolucionaria. Durante los días de la invasión a Cuba en Bahía de Cochinos, lo vi multiplicarse, asistiendo a todas las manifestaciones de solidaridad con Cuba y hablando en un par de ellas, en un buen francés, con una arrolladora retórica. Era un muchacho delgado y alto, de piel ébano claro, con una sonrisa que mostraba su magnífica dentadura. Había en su manera de ser algo que contagiaba su entusiasmo, su idealismo, el desprendimiento y sentido acerado de la justicia que guiaban su vida, algo que no creo haber advertido —sobre todo, de manera tan genuina— en ninguno de los revolucionarios que pasaban por París en los sesenta. Que hubiera aceptado ser apenas un militante de! MIR, donde no había nadie que tuviera su talento y su carisma, decía muy a las claras la pureza de su vocación revolucionaria. Lo siento, pero no son buenas, mi viejo. Nos sentamos en la terraza, al aire libre. Pedimos dos cervezas. El comandante Osmani Cienfuegos era el jefe de la organización que prestaba la ayuda a todos los movimientos revolucionarios y partidos hermanos y el que coordinaba las acciones rebeldes en todos los rincones del mundo. El chica de acompanamiento tournon en rhone Chacón, sobreviviente de la Sierra Maestra, era subrazo derecho. La Foire aux oignons de Tournon sur Rhône 2018Viven juntos. La camarada Arlette, aunque no te lo creas, se ha convertido en chica de acompanamiento tournon en rhone persona influyente, de cama y mesa con los comandantes. Maldita sea el tener que darte esta noticia, mi viejo. Bueno, el mundo no se va a acabar. Igual, creo. En fin, no pongas esa cara que no es para tanto, mi viejo. Y a la tía Alberta, a quien en una carta había cometido la debilidad de confesarle que estaba enamorado de una chica llamada Arlette y que siempre me pedía una foto de ella, le conté que habíamos roto, que se olvidara del asunto para siempre. Fuimos a Le Tournon, un bistrot en la calle de ese nombre, en la esquina de Vaugirard. Dejo París. La noticia me dejó mudo. Y, de pronto, me entró un miedo espantoso, que traté de ocultar. Y, cuando la revolución triunfe, te mandaremos de embajador a la Unesco. Durante un rato estuvimos sorbiendo nuestras tazas de café, en silencio. No iba a ayudar a la revolución, ni al MIR, ni a sus camaradas. El lo chica de acompanamiento tournon en rhone tan bien como yo. Su gordura, que lo dejaba acezando apenas caminaba una cuadra en Saint Germain, sería en los Andes un estorbo tremendo para la guerrilla, y, por eso mismo, él sería uno de los primeros a chica de acompanamiento tournon en rhone los soldados matarían apenas se iniciara el alzamiento. Recapacita, gordo, no puedes hacer una cojudez así. No se trata de ellos, se trata de mí. Es una cuestión de principio. Todos querían que siguiera en Europa, como representante del movimiento ante las organizaciones y gobiernos hermanos, pero él, con su terquedad a prueba de balas, terminó por imponerse. Viendo que no había nada que hacer y que mi mejor amigo de París había decidido poco menos que suicidarse, le pregunté si su partida significaba que la insurrección estallaría pronto. Tenían tres campamentos montados en la sierra, uno en el departamento del Cuzco, otro en Piura y otro en la región del centro, en la vertiente oriental de la Cordillera, por la ceja de selva de Junín. Contrariamente a mis profecías, me aseguró que la gran mayoría de los becados se habían internado en los Andes. Las deserciones habían sido menos del diez por ciento. Ardèche - TournonCon un entusiasmo que a ratos se volvía euforia, me dijo que la operación retorno de los becados había sido un éxito. Estaba feliz, porque la había dirigido él mismo. Habían vuelto de uno en uno o de dos en dos, en complicadas trayectorias que a algunos muchachos, para borrar las pistas, les hicieron dar la vuelta al mundo. Nadie había sido descubierto. Los contactos con los sindicatos campesinos, sobre todo en el Cuzco, eran excelentes y esperaban que, una vez iniciada la rebelión, muchos comuneros se incorporaran a la lucha. Hablaba con alegría, convencido de lo que decía, con seguridad, exaltado. Yo no podía disimular mi tristeza. Yo, aquí, de traductor en! Vaciló un momento, temeroso de que lo que iba a decir pudiera lastimarme. Era una pregunta que, sin duda, había estado comiéndole la lengua hacía tiempo. Nunca chica de acompanamiento tournon en rhone lo he tragado, viejito, te confieso. Eso es lo que quiero: vivir aquí. Que es tu vicio secreto. Muchas veces hemos hablado de eso, con otros peruanos. Todos creen que escribes y que no te atreves a confesarlo por tu espíritu autocrítico. O por timidez. Lo acompañé a tomar el metro en el Carrefour del Odeón. Cuando nos abrazamos, no pude evitar que se me mojaran los ojos. No hagas cojudeces alia arriba, chica de acompanamiento tournon en rhone favor. Me quedé allí, en la boca de la estación, viéndolo bajar las escaleras con lentitud, estorbado por su redondo corpachón. No buscaba la soledad, pero ésta no era problema para mí desde que quedé huérfano y mi tía Alberta me tomó a su cargo. Era un cliente asiduo de la librería La Joie de Lire, de la rué Saint Séverin, y de los bouquinistes de los muelles del Sena. Esa ambigua situación la atormentaba y aparecía con frecuencia en su conversación. Carmencita era alta, delgada, con una melenita a lo garcón y unos ojos melancólicos. Absurdamente, cada vez que salía con Carmencita me invadía un malestar, el sentimiento de estar siendo desleal con la amante del comandante Chacón, un personaje al que me imaginaba de grandes bigotes y contoneando en las caderas un par de pistolones. Mi relación con la española no pasó de ahí porque una noche la descubrí en un rincón de L'Escale muy acarameladla en brazos de un señor enchalinado y patilludo. Mi primer contrato fue en la Junta de Energía Atómica, en Viena, y, el segundo, en Atenas, un congreso internacional del algodón. Esos viajes de pocos días, bien pagados, me permitían conocer lugares donde de otro modo nunca hubiera ido. Fue a la vuelta de uno de esos viajecitos de trabajo, esta vez a Glasgow, una conferencia sobre tarifas aduaneras en Europa, que me encontré en el Hotel du Sénat una carta de un primo hermano de mi padre, el Dr. Este tío segundo, al que apenas había tratado, me informaba que mi tía Alberta había muerto, de una pulmonía, y me había hecho su heredero universal. Fui a la oficina de correos de Vaugirard a enviarle un telegrama, diciéndole que yo me pagaría el pasaje y que viajaría a Lima lo antes posible. La muerte de la tía Alberta me dejó hecho una noche muchos días. Era una mujer chica de acompanamiento tournon en rhone y no había cumplido setenta años. Hasta que terminé la carrera de abogado y me vine a París, viví en su casa y, aunque sus anacrónicas manías a menudo me exasperaban, la quería mucho. Ella, desde que me adoptó, se dedicó a mí en cuerpo y alma. Esa misma tarde fui a las oficinas de Air France a comprar un pasaje de ida y vuelta a Lima, y luego pasé por la Unesco a explicarle al señor Chames que debía tomar unas vacaciones forzosas. Cruzaba el hall de la entrada cuando me di con una elegante señora de tacones de aguja, envuelta en una capa negra con filos de piel, que me quedó mirando como si nos conociéramos. Supongo que ya no te puedo llamar Lily ni chilenita, ni camarada Arlette la guerrillera. Me atreví a preguntarle si podíamos tomar un café, para recordar los viejos tiempos. Mañana a las once, en Les Deux Magots. Esa noche estuve largamente desvelado, pensando en ella y en la tía Alberta. La pelea se debía a que mi tía Alberta acusaba a la chilenita de haberle robado su nuevo chica de acompanamiento tournon en rhone a un personaje de Flaubert. Me desperté agitado, sudando, todavía oscuro, entre maullidos de gato. Parecía un maniquí de Vogue vestida toda de amarillo, con unos zapatitos blancos y una sombrilla floreada. El cambio era extraordinario, en verdad. Y, si no lo estuviera, volvería a estarlo desde hoy mismo. Te veo y no creo lo que veo, niña mala. Si aquella vez que te propuse quedanne contigo me hubieras dicho sí, ahora sería tu mujer. Pero no querías quedar mal con tu amigo, el camarada Jean, y me despachaste a Cuba. Perdiste la ocasión de tu vida, Ricardito. Sentí que se me apuraba el corazón. No he sabido nada de él ni de los otros. A lo mejor todos esos castillos en el abe revolucionarios se hicieron humo. Y todos los guerrilleros se volvieron a sus casas y se olvidaron del asunto. Conversamos cerca de dos, horas. Naturalmente, me aseguró que aquella historia de amor con el comandante Chacón eran puras habladurías de los peruanos de La Habana; en realidad, con chica de acompanamiento tournon en rhone tal comandante sólo habían tenido una buena amistad. No me quiso contar nada sobre su entrenamiento militar y, como siempre, evadió todo comentario político y darme detalles sobre su vida en la isla. Le dije que sí, muchos. Y que estaba tan linda que vendería mi alma al diablo, cualquier cosa, con tal de hacerle el amor o, siquiera, besarla. Le cogí la mano y se la besé. Lo que me parecía muy bien, porque yo también creía que por París uno podía hacer todos los sacrificios. Y que acababan de alquilar un pisito en Passy. Me dio su teléfono, la dirección de su casa, y me preguntó si seguía viviendo en ese cuartito, en el que se pasaba tanto frío, en la buhardilla del Hotel du Sénat. Por eso, para mí, ese cuchitril es un palacio. Hazme recuerdo, la próxima vez que nos veamos. Pero, un momento después, al despedirnos, olvidando las precauciones maritales, en vez de la mejilla me ofreció sus labios. Los tenía gruesos y sensuales y los segundos que los tuve apoyados en los míos los sentí moverse despacito, en una caricia suplementaria, llenos de incitaciones. Le hice adiós y ella agitó la mano en que llevaba la sombrilla floreada. Me bastó verla para descubrir que, en estos años, no la había olvidado un solo momento, que estaba tan enamorado de ella como el primer día. Los dirigentes del MIR mostraban sus caras y aparecían con los cabellos largos y la barba crecida, con fusiles en las manos y unos uniformes de campaña de chompas negras de cuello subido, pantalón caqui y botas. Mi tío no tomaba muy en serio el anuncio de las acciones armadas y este sentimiento parecía muy extendido. La gente pensaba que era una iniciativa descabellada, que tenninaría en un dos por tres. Viví en el departamento de mi tía Alberta, en la calle Colón, de Mira llores, impregnado de ella todavía, donde todo me la recordaba, así como a mis años universitarios y mi adolescencia sin padres. Me emocionó encontrar en su velador, ordenadas cronológicamente, todas las cartas que le escribí desde París. Tres se habían casado, uno había comenzado ya a reproducirse, y los otros tres tenían unas enamoradas que pronto se convertirían en sus novias. Esos castristas enviados por Cuba no durarían mucho. Si el chica de acompanamiento tournon en rhone de Belaunde no era capaz de pararlos, vendrían otra vez los militares a poner orden, algo que tampoco les hacía mucha gracia. Eso era también lo que temía el Dr. Y enchufarnos otros ocho o diez años de dictadura militar. La tía Dolores sobrellevaba su enfermedad sin amargura y se distraía tocando el piano y viendo sus telenovelas. Cuando recordamos a la tía Alberta, se echó a llorar. En los huecos libres, releía La educación sentimental, de Flaubert, porque, ahora, la madame Arnoux de la novela tenía para mí no sólo el nombre, también la cara de la niña mala. Una linda suma, que no pensé llegar a tener nunca. Gracias a la tía Alberta podría comprarme un pisito en París. Apenas regresé a Francia, luego de subir a mi buhardilla del Hotel du Sénat y aun antes de desempacar, lo primero que hice fue llamar por teléfono a madame Robert Arnoux. Me dio cita al día siguiente y me dijo que, si quería, podíamos almorzar juntos. Estaba vestida con sencillez, pantalones y sandalias y una casaca ligera. Llevaba unos pendientes de colores que hacían juego con su collar y su pulsera y un bolso colgado al hombro, y cada vez que movía la cabeza sus cabellos ondeaban con alegría. Se había vuelto una mujercita muy elegante, en verdad: combinaba los colores con gusto y chica de acompanamiento tournon en rhone maquillaba con mucha gracia. Yo la observaba, todavía estupefacto con su mudanza. Aplaudió, entusiasmada: —Me encanta la idea, niño bueno. Y te ayudaré a amueblarlo y decorarlo. Costaba cerca de setenta mil dólares pero no tuve dificultad en que la Société Genérale, el banco donde tenía mi cuenta, me concediera un préstamo por lo que me faltaba. Asentí, chica de acompanamiento tournon en rhone veces. Chica de acompanamiento tournon en rhone su promesa. Las paredes olían a pintura fresca. Chica de acompanamiento tournon en rhone sus arqueados empeines la piel dejaba traslucir unas venitas azules y a mí me enternecía imaginar la sangre fluyendo despacito por ellas. Como la vez anterior, se dejó acariciar con total pasividad y escuchó chica de acompanamiento tournon en rhone, fingiendo una exagerada atención o como si no oyera nada y pensara en otra cosa, las palabras intensas, atropelladas, que yo le decía al oído o a la boca mientras pugnaba por separarle los labios. Con tu boca. No te vayas a venir todavía. Me gusta sentirme irrigada. Hablaba con tanta frialdad que no parecía una muchacha haciendo el amor sino un médico que formula una descripción técnica y ajena del placer. No me importaba nada, era totalmente feliz, como no lo había sido en mucho tiempo, acaso nunca. Era estrecha, se encogía, me resistía, se quejaba, hasta que por fin lo conseguí. Sentí mi sexo como fracturado por esa viscera palpitante que lo estrangulaba. Pero era un dolor maravilloso, un vértigo en el que me hundía, trémulo. Casi inmediatamente eyaculé. Tienes que aprender a demorarte, si quieres hacerme gozar. Ese mismo día, al despedirnos, me invitó a cenar, para presentarme a su marido. Y, de postre, sugería la tarte tatin. Monsieur Robert Arnoux era bajito, calvo, con un bigotito mosca que se movía cuando hablaba, de anteojos de espesos cristales, y debía doblarle la edad a su mujer. Su español era perfecto, con un ligero deje en el que se advertían los años que había servido en el Caribe. En verdad, no estaba en la delegación francesa de la Unesco sino cedido por el Quai d'Orsay como asesor y director de gabinete del director general, René Maheu, un compañero de Jean-Paul Sartre y de Raymond Aron en la École Nórmale, del que se decía que era un discreto genio. Yo lo había visto algunas veces, siempre escoltado por ese calvito bizco que resultó ser el marido de madame Arnoux. Esos atracos a haciendas y asaltos a la policía. Así, pues, ya habían ocurrido las primeras acciones de la guerrilla mirista. Esta mi segunda luna de miel con madame Arnoux terminó poco después de aquella cena porque, apenas me mudé al barrio de la Ecole Militaire, el señor Chames me renovó mi contrato. Veíamos la película tomados de la mano y yo la besaba en la oscuridad. No volvimos a hacer el amor hasta muchas semanas después, luego de un viaje de ella a Suiza, sola, del que volvió a París varias horas antes de lo previsto para pasar un rato conmigo en su departamento de la rué Joseph Granier. Todo en la vida de la señora Arnoux seguía siendo bastante misterioso, como lo había sido en la de Lily la chilenita y en la de la guerrillera Arlette. Por otra parte, constantemente estaba haciendo, o me decía que estaba haciendo, viajes a Suiza, a Alemania, a Bélgica, de apenas dos o tres días, por razones nunca claras: exposiciones, galas, fiestas, conciertos. Y, un par de semanas después, emboscado a un destacamento de la Guardia Civil chica de acompanamiento tournon en rhone el desfiladero de Yahuarina. Nueve guardias civiles, entre ellos el mayor al mando de la patrulla, murieron en el combate. El gobierno de Belaunde había decretado el estado de sitio en toda la sierra central. Sentí que se me encogía el corazón. El Comercio y La Prensa, y apristas y odriístas, ahora aliados contra el gobierno, acusaban a Belaunde Terry de debilidad frente a los rebeldes castristas, y hasta de secretas complicidades con la insurrección. El gobierno había encargado al Ejército la represión de los rebeldes. Se oye ruido de sables en el ambiente. De una manera totalmente inesperada, resulté haciendo buenas migas con monsieur Robert Arnoux. Se presentó un día en la oficina de español de la Unesco a proponerme, a la hora del chica de acompanamiento tournon en rhone, que subiéramos a la cafetería a tomar un bocado juntos. Era un hombre con lecturas e ideas y se quejaba de que, aunque trabajar junto a Rene Maheu era interesante, tenía el inconveniente de que sólo le quedaba tiempo para leer los fines de semana e ir muy rara vez al teatro y a conciertos. Todo me pareció hermoso y elegante. Toda chica de acompanamiento tournon en rhone noche los vejetes conocidos de monsieur Arnoux se le acercaban, le besaban la mano y la miraban con brillos codiciosos en los ojos. Por fin pude sacarla a bailar. Y que me desgarraba las entrañas pensar que, luego del baile, en su casa de Passy sería su marido y no yo quien la desnudaría y amaría. Yo aspiraba la fragancia que manaba de toda ella y sentía tanto deseo de poseerla que apenas podía respirar. Pero inmediatamente me dio una explicación que parecía impecable, aunque yo estaba seguro de que era falsa. Los vestidos y las joyas que llevaba no eran comprados sino prestados por los grandes modistos de l'avenue Montaigne y los joyeros de la place Vendóme, que, a manera de publicidad para sus creaciones, los hacían lucir por las damas chic que frecuentaban el gran mundo. De modo que gracias a sus relaciones sociales ella podía vestirse y adornarse como las elegantes de París. A ver qué programa me preparas. El revisor de mis traducciones debió enmendarme la plana un par de veces. En mi flamante Dauphine, comprada hacía un mes, llevé a madame Amoux a media mañana al cementerio de perros de Asniéres, que ella no conocía. Ella parecía de veras divertida. Sonreía, su mano abandonada en la mía, con sus ojos color miel oscura encendidos por el sol primaveral y los cabellos agitados por una brisa que corría con el río. Llevaba una blusa ligera, transparente, que dejaba ver la orilla de sus pechos, una casaca suelta que aleteaba con sus movimientos y unos botines de taco alto color ladrillo. Tomé nota, mentalmente: ése sería mi regalo el día de su cumpleaños, si conseguía averiguarlo. La estreché por la cintura, la atraje hacia mí y le dije que si se decidía a dejar a monsieur Arnoux y casarse conmigo me comprometía a que tuviera una vida normal y criara todos los perros que se le antojara. Te lo pregunto, para que me digas una de esas huachaferías que tanto te gusta decirme. Hace años que sueño con eso, guerrillera. Diez, si me da el cuerpo. Una al acostamos y otra al despertamos. Eso sí, nada de levantarse tempranito. Para no tener nunca arrugas, necesito ocho horas de sueño como mínimo. Nunca había estado tan juguetona como esa mañana. Y creo que nunca lo estaría después, tampoco. A la salida, habló de lo jovencitos que aparecían Jean-Louis Barrault y María Casares, ya no se hacían películas así, y me confesó que el final la había hecho lagrimear. Estuvimos entrando y saliendo de las galerías de la mé de Seine y luego nos sentamos a tomar un refresco en una terraza de la mé de Buci. Le conté que una mañana había visto por allí, comprando pescado fresco, a André Bretón. Hacía mucho que no me sentía tan contento, optimista y esperanzado. Corrí a comprar el periódico al quiosco de la esquina. En agosto defuerzas especiales del Ejército pemano habían cercado Mesa Pelada, una montaña al este de la ciudad de Quillabamba, en el valle cusqueño de La Convención, y capturado el campamento Illarec ch'aska lucero del albadando muerte a muchos guerrilleros. La información precisaba que aviones militares habían bombardeado Mesa Pelada, usando napalm. El Ejército mostró a los periodistas las armas, los uniformes y muchos documentos, así como mapas y equipos de radio que los guerrilleros tenían chica de acompanamiento tournon en rhone Mesa Pelada. Yo, en cambio, pese a mis esfuerzos por olvidarme de la maldita noticia de Le Monde y concentrarme en la niña mala, no pude. Deja que adivine. Yo no tengo por qué guardar luto. Al fin, la sentí moverse y oí ese ronroneo suavecito que parecía subirle a la boca desde el vientre, y sentí el encogimiento de sus miembros y su largo suspiro complacido. Casi de inmediato, se quedó donnida. Yo estuve desvelado mucho rato, con una angustia que me estrujaba la garganta. Tuve un sueño difícil, con pesadillas que al día siguiente apenas recordaba. Desperté cerca de las nueve de la mañana. Ya no había sol. Por la claraboya se divisaba el cielo encapotado, color panza de burro, el eterno cielo parisino. Nadie, viéndola así, se hubiera imaginado la vida difícil que debió haber llevado desde que nació. Y lo dura y fría que la había vuelto el tener que defenderse con uñas y dientes contra el infortunio, todas las camas por las que debió pasar para no ser aplastada en ese campo de batalla que sus experiencias la habían convencido era la vida. Sentía una inmensa chica de acompanamiento tournon en rhone por ella. Estaba seguro que la querría siempre, para mi dicha y también mi desdicha. Verla y sentirla respirar me inflamaron. Chica de 20 años se ofrece para el acompañamiento de pe... - YoopiesComencé a besarle la espalda, muy despacio, el culito respingado, el cuello y los hombros, y, haciéndola ladearse, los pechos y la boca. Ella simulaba dormir, pero estaba ya despierta, pues se acomodó de espaldas de manera que pudiera recibirme. La quería, la quería, no podía vivir sin ella. Le rogué que dejara a monsieur Arnoux y se viniera conmigo, ganaría mucho dinero, la engreiría, le costearía todos los caprichos, le Creí que te habías vuelto impotente, después del fiasco de anoche. Le propuse prepararle el desayuno, pero ella prefirió que saliésemos a tomarlo a la calle, estaba antojada de un croissant croustillant. Nos duchamos juntos, me dejó jabonarla y secarla y, sentado en la cama, verla vestirse, peinarse y arreglarse. Te habría hecho tan feliz que no me hubieras dejado nunca. No me conoces. Yo sólo me quedaría para siempre con un hombre que fuera muy, muy rico y poderoso. El dinero da seguridad, te defiende, te pennite gozar a fondo de la vida sin preocuparte por el mañana. Se me quedó mirando, con esa expresión fría que se agudizaba a veces de manera extraña y parecía congelar la vida a su alrededor. Pero eso es nada, niño bueno. Por eso no podría ser tu mujer. Yo nunca estaré contenta con lo que tenga. No supe qué contestarle, porque, aunque me doliese, había dicho algo cierto. Para mí la felicidad era tenerla a ella y vivir en París. Sí, probablemente. Antes de regresar al departamento, madame Robert Arnoux se levantó a telefonear. Volvió con la cara preocupada. Se me han complicado las cosas. Subimos a que recogiera su maletín de mano y la acompañé a tomar un taxi a la estación, junto al metro de la Ecole Militaire. Chau, mon amour. Al volver a mi casa, sorprendido por su brusca partida, descubrí que había dejado olvidada su escobilla de dientes en el cuarto de baño. Una preciosa escobillita que llevaba impresa en el estuche la firma del fabricante: Guer-lain. A lo mejor, no. A lo mejor era un olvido deliberado para dejarme un recuerdo de esa noche triste y ese despertar feliz. Esa semana no pude verla ni hablar con ella y, la siguiente, sin conseguir tampoco despedirme —su teléfono no contestaba a ninguna hora—, partí a Viena, a trabajar una quincena de días en la Junta de Energía Atómica. En las noches, muerto de cansancio, apenas alcanzaba a meterme en uno de esos antiguos cafés, el Central, el Landtmann, el Hawelka, el Frauenhuber, que parecían decorados belle époque, a tomar un wiener schnitzel, la versión austríaca del bistec apañado que preparaba mi tía Alberta, y un vaso de espumosa cerveza. Llegaba a mi cama medio grogui. Varias veces llamé a la niña mala, pero nadie contestaba el teléfono o sonaba siempre ocupado. No me atrevía a telefonear a Robert Arnoux a la Unesco para no despertar sus sospechas. Terminados los quince días, el señor Chica de acompanamiento tournon en rhone me telegrafió proponiéndome diez días de contrato en Roma, en un seminario seguido de una conferencia de la FAO, de modo que viajé a Italia sin pasar por París. Tampoco desde Roma pude hablar con ella. Apenas volví a Francia, la llamé. Sin éxito, por supuesto. Empecé a pensar, angustiado, en un accidente, una enfermedad, una tragedia doméstica. No podía concentrarme, sacar de la cabeza a la chilenita. Después de nuevos intentos infructuosos de hablar con madame Arnoux, decidí ir a la Unesco a buscar a su marido, con el pretexto de invitarlos a cenar. Pasé antes a saludar al señor Chames y a los colegas de la oficina de español. Luego subí al sexto piso, el sanctasanctórum, donde estaban los despachos de los jefes. Desde la puerta divisé la cara desmoronada y el bigotito mosca de monsieur Arnoux. Parecía haber envejecido diez años en las pocas semanas que no lo veía. Me gustaría invitarlos a cenar una de estas noches que tengan libre. Me siguió mirando, sin responder. Me temblaron las manos. Desconcertado, no supe qué responderle. Soy el hazmerreír de la organización. Mi mujer me ha dejado, y ni siquiera sé por quién. Pensé que era por usted, señor Somocurcio. Se le cortó la voz antes de terminar de decir mi apellido. La barbilla le temblaba y me pareció que le chocaban los dientes. Y me despedí, sin que monsieur Arnoux me devolviera el hasta luego. Un pensamiento me acompañó todos los días siguientes: ese fin de semana que me regaló era una despedida. Para que yo tuviera algo especial que añorar. Las sobras que se echan al perro, Ricardito. Unos chica de acompanamiento tournon en rhone siniestros siguieron a aquella brevísima visita a monsieur Arnoux. Por primera vez en mi vida, padecí de insomnio. Me pasaba las noches sudando, con la mente en blanco, apretando la escobülita de dientes de Guerlain que había guardado como un amuleto en mi velador, rumiando mi despecho y mis celos. Tenía un despertar desasosegado y con muñecos, como si arrastrara una resaca feroz. Si la hubiera retenido, seguiríamos juntos y la vida no sería este desvelo, este vacío, esta bilis. Tuve ganas de agradecérselo de rodillas. Gracias a la rutina del trabajo en la Unesco fui saliendo poco a poco de la crisis en que me dejó la desaparición de la ex chilenita, la ex guerrillera, la ex madame Arnoux. Pero a los pocos días de haber retomado el trabajo en la Unesco, monsieur Arnoux se presentó en el cubículo que era mi oficina, mientras yo traducía un informe sobre la educación bilingüe en los países del Africa subsahariana. Fuimos a Chez Eux, un restaurante en el Vlléme, no lejos de mi casa. Pedimos un whisky con hielo y Perrier como aperitivo y, luego, vino tinto, con una comida que apenas probamos. Le mentí que sólo desde oen París, cuando pasó rumbo a Cuba como una de las becadas del MIR para recibir entrenamiento guerrillero. Yo siempre supe que me mentía. Respecto a su familia y a su infancia, quiero decir. Pero, la excusaba. Me parecían mentiras piadosas, para disimular una niñez y una juventud que la avergonzaban. Nunca me contó nada de su familia. Chica de acompanamiento tournon en rhone, sin duda, sí, de una clase muy modesta. Que había estado chica de acompanamiento tournon en rhone el Sophianum, el mejor colegio de monjas de Lima, donde se educaban las chicas de la alta sociedad. Que su padre era dueño de una chica de acompanamiento tournon en rhone algodonera. Hubiera hecho cualquier cosa para salir de Cuba. Hasta casarse conmigo. Yo le perdonaba esas fantasías. Comprendía que nacían de su inseguridad. Le habían contagiado esos prejuicios chica de acompanamiento tournon en rhone y raciales, tan fuertes en los países sudamericanos. Por eso me inventó esa biografía de niña aristócrata que nunca fue. A ratos tenía la impresión de que monsieur Arnoux se olvidaba de chica de acompanamiento tournon en rhone. Otras veces, volviendo en sí, me miraba con desconfianza y odio y me urgía a decirle si yo estaba enterado de que ella tenía un amante. Nunca lo sospeché. Yo creía que ustedes se llevaban muy bien, que eran felices. Pidió otra botella de vino. Y añadió, con la vista velada y la voz acida—: No tenía necesidad de hacer lo que hizo. Fue feo, fue sucio, fue desleal actuar así conmigo. Yo le había dado mi nombre, me desvivía por hacerla feliz. Puse en peligro mi carrera para sacarla de Cuba. Aquello fue un verdadero víacrucis. La deslealtad no puede llegar a esos extremos. Se calló de golpe. Movía los labios sin emitir sonido y su bigotito cuadriculado se retorcía y estiraba. Había empuñado el vaso vacío y lo estrujaba como si quisiera hacerlo añicos. No sabía qué decirle, cualquier frase de consuelo me saldría falsa y ridicula. De pronto, comprendí que tanta desesperación no sólo se debía al abandono. Chica de acompanamiento tournon en rhone un hombre mayor, no estoy en condiciones de rehacer toda una vida. Una cuenta chica de acompanamiento tournon en rhone. Para que los impuestos a la sucesión no se llevaran todo lo que había ahorrado en una vida de trabajo y sacrificio. Fue a Chica de acompanamiento tournon en rhone a hacer un depósito y se llevó todo, todo, y me dejó en la ruina. Chapean, un coup de maitre! Ella sabía que no podía denunciarla sin delatarme, sin arruinar mi reputación y mi cargo. Sabía que si la denunciaba sería el primer perjudicado, por tener cuentas secretas, por evadir impuestos. Iba y volvía sobre el mismo tema, con intervalos en los que bebíamos vino, callados, cada uno absorto en sus propios pensamientos. Me limitaba a intercalar frases breves, amistosas, de tiempo en tiempo. En realidad, no quería conversar conmigo. Me había invitado porque necesitaba que alguien lo escuchara, decir en voz alta ante un testigo cosas que desde la desaparición de su mujer le quemaban el corazón. Le agradezco su paciencia. Espero que esta catarsis me haga bien. No necesitaba hacer eso. Yo le hubiera dado todo. Se lo hubiera dado. Pero, no así, no así. Nos despedimos en la puerta del restaurante, bajo el resplandor de las luces de la Torre Eiffel. A lo largo de todo el segundo semestre deayudados por los ashaninka del Gran Pajonal, Lobatón y sus compañeros estuvieron eludiendo la persecución de las füerzas especiales del Ejército que se movilizaban en helicópteros y por tierra y escarmentaban con ferocidad a los caseríos indígenas que los escondían y alimentaban. Al final, la columna en ruinas, doce hombres destrozados por los mosquitos, la fatiga y las enfermedades, el 7 de enero de cayó en las cercanías del río Sotziqui. Nunca se encontraron sus tumbas. Junto a la caja, alguien me cogió del chica de acompanamiento tournon en rhone. Lo reconocí al instante. Estaba en Alemania desde hacía unos meses. Fuimos a tomar un café en la misma cafetería del almacén, llena de señoras con niños regordetes y atendida por turcos. Alfonso el Espiritista se salvó de milagro del ataque de los comandos del Ejército que arrasaron Mesa Pelada. Capturaron a varios, y, en la tortura, alguno habló. Así llegaron a Mesa Pelada. Nosotros no habíamos empezado las operaciones, en verdad. Y, luego de esa emboscada de Yahuarina en que mataron a tantos policías, nos echaron al Ejército encima. Nosotros, en el Cuzco, todavía no habíamos empezado a movernos. La idea de De la Puente no era quedarse en el campamento, sino ir de un lado al otro. Pero no nos dieron tiempo y quedamos encerrados en la zona de seguridad. El Espiritista hablaba con una curiosa distancia sobre lo que decía, como si aquello hubiera ocurrido hacía siglos. No sabía por qué conjunción de circunstancias no cayó en las redadas que desmantelaron las bases de apoyo del MIR en Quillabamba y en el Cuzco. Estuvo escondido en casa de una familia cuzqueña, a la que conocía de antaño, por su secta teosófica. Se portaron muy bien con chica de acompanamiento tournon en rhone, pese al miedo que tenían. Luego de un par de meses, lo sacaron de la ciudad, oculto en un camión de mercancías, hasta Puno. Se había adaptado bien a esa vida y a los 3. Sobre todo cuando había que trepar montañas o bajar precipicios bajo lluvias diluviales. Una vez se cayó, en una cuesta que era un lodazal, y rodó veinte, treinta metros. Siempre ganaba los concursos de chistes que hacíamos en las noches, para no aburrirnos. Hubiera querido quedarme un buen rato con Alfonso el Espiritista, pero tenía que volver a la conferencia. Nos despedimos con un abrazo y le di mi teléfono para que me llamara si alguna vez pasaba por París. Retratista de caballos en el swinging London En la segunda mitad de chica de acompanamiento tournon en rhone sesenta, Londres desplazó a París como la ciudad de las modas que, partiendo de Europa, se desparramaban por el mundo. Carnaby Street sustituyó a Saint Germain como ombligo del mundo. Por una de esas extrañas conjugaciones que trama el azar, resulté, en los años finales de los sesenta, pasando muchas temporadas en Inglaterra y viviendo en el corazón mismo del swinging London: en Earl's Court, una zona muy animada y cosmopolita de Kensington que, por la afluencia de neozelandeses y australianos, era conocida como el Valle del Canguro Kangaroo Valley. Precisamente, la aventura de mayo deen que los jóvenes de París llenaron el Barrio Latino de barricadas y declararon que había que ser realistas eligiendo lo imposible, a mí me sorprendió en Londres, donde, debido a las huelgas que paralizaron las estaciones y aeropuertos de Francia, quedé varado un par de semanas, sin poder averiguar si le había ocurrido algo a mi pisito de la Ecole Militaire. Al volver a París descubrí que estaba intacto, pues la revolución de mayo del 68 en realidad no había desbordado el perímetro del Barrio Latino y Saint Germain-des-Prés. Aquéllos fueron unos años de mucho trabajo para mí, aunque, como hubiera dicho la niña mala, de mediocres logros: saltar de traductor a intérprete. Nuestra relación se marchitó por aburrimiento y un buen día dejamos de vernos y llamarnos. Me costó trabajo obtener mis primeros contratos como intérprete, a pesar de superar todas las pruebas y tener los diplomas correspondientes. Sólo lo conseguí cuando, al ingles y al francés, pude añadir el ruso entre los idiomas que traducía al español. Los contratos como intérprete me hicieron viajar mucho por Chica de acompanamiento tournon en rhone y con frecuencia a Londres, sobre todo para conferencias y seminarios económicos. Llevaba sueltos hasta los hombros y pintando algunas canas unos cabellos sedosos, y exhibía una barbita algo rala que formaba en torno a su boca un cuidado bozal. Yo lo recordaba gordito y chato, pero ahora me sobrepasaba por unos centímetros y lucía delgado como un figurín. Vestía unos pantalones de terciopelo color guinda y unas sandalias que, en vez de cuero, parecían de pergamino, un blusón oriental de seda con figurillas estampadas, una llamarada de color emir as dos batientes de su chaleco abierto y campanudo, que me recordó los de unos pastores turcomanos de un documental sobre Mesopotamia que vi en el Palais de Chaillot, dentro de la serie Connaissance du monde, que yo seguía cada mes. Fuimos a tomar un café, en los alrededores del consulado, y la conversación resultó tan amena que lo invité a almorzar a un pub de Kensington Gardens. Su historia era novelable. Luego su padre lo envió a seguir un curso de diseño y color a la St. Martin School of Arts de Londres. Inició entonces una existencia paupérrima, de artista callejero, haciendo retratos a turistas en Leicester Square o en las puertas de Harrods, y pintando con tiza en las veredas el Parlamento, el Big Ben o la Torre de Londres y pasando luego la gorra a los chica de acompanamiento tournon en rhone. Durmió en el YMCA y en bed and breakfast miserables y, como otros drop outs, las noches de invierno se refugió en asilos religiosos para desechos humanos e hizo largas colas en las parroquias e instituciones de beneficencia donde repartían dos veces al día un plato de sopa caliente. Muchas veces pernoctó a la intemperie, en los parques o, envuelto en cartones, en los vestíbulos de las tiendas. La solidaridad de sus compañeros de trashumancia fue decisiva para que no se muriera de hambre ni de enfermedad, porque en la India tuvo una fiebre de malta que lo puso en un tris de partir al otro mundo. La chica y los dos chicos que viajaban con él se turnaron a su cabecera, mientras convalecía en un inmundo hospital de Madras donde las ratas se paseaban entre los enfermos tendidos en el suelo sobre esteras. Cuando iba a pagarle descubrió que no llevaba consigo ni un centavo, porque le habían robado la cartera o la había olvidado en casa. Pero luego de dar unos pasos, regresó y alcanzó a Juan una tarjeta. La había heredado de su marido, un pediatra que se pasó toda su vida en los pabellones y consultorios del Charing Cross Hospital cuidando niños ajenos y que nunca pudo tener uno propio. Ella lo reconoció enseguida. Y, si no es mucho pedir, a que me convide un pedazo de pan. Y aproveche también para lavarse los pies en el caño del jardín. Se veía muy bien. Estuvieron conversando un buen rato y ella exigió que Juan le contara su vida de pe a pa. Tenía un cuerpo de setenta, pero un espíritu de quince. Y, muérete, la volví una hippy. John's Wood una vez por semana, bañaba y peinaba a Esther, ayudaba a Mrs. Stubard a podar chica de acompanamiento tournon en rhone regar el jardín, y, a veces, la acompañaba a hacer la compra al vecino almacén de Sainsbury. Los aburguesados residentes de St. Juan la ayudaba a cocinar —le enseñó las recetas peruanas de la papa rellena, el ají de gallina y el ceviche—, le lavaba los platos y luego tenían conversadas sobremesas en las que Juan le hacía oír conciertos de los Beatles y los Rolling Stones, le contaba sus mil y una aventuras y anécdotas de los chicos y chicas hippies que había conocido en sus peregrinaciones por Londres, la India y el Nepal. La curiosidad de Mrs. Al final, venciendo sus prejuicios —era una metodista practicante—, dio dinero a Juan para que le hiciera probar la marihuana. Stubard y Juan fueron a ver del brazo a un cine de estreno en Picadilly Circus. Stubard le propuso un día que invitara a dos o tres de sus amigos a tomar el té. Él tenía toda clase de dudas. Temía las consecuencias de aquel intento de mezclar el agua y el aceite, pero, al final, organizó la reunión. Stubard, o se robaban algo de su casa, él, rompiendo su vocación pacifista, les apretaría el pescuezo. Stubard, pero, cuando encendieron un palito de incienso explicando a la dueña de casa que así se purificaría espiritualmente el ambiente y el karma de cada uno de los presentes se manifestaría mejor, resultó que Mrs. Stubard tenía un organismo alérgico a las nubéculas purificaderas: le vinieron unas ruidosas e imparables rachas de estornudos que le enrojecieron los ojos y la nariz y dispararon los ladridos de Esther. Para la moral metodista en la que había sido educada, aquello del amor tripartito resultó algo que Mrs. Le dio llave de la casa. En casa de Mrs. Stubard, poco a poco, fui redescubriendo la perversión mbaflorina de la ducha diaria. Paneras y el East End, la vida cesaba a las nueve de la noche. En las vacaciones de verano pasaban una semana en Bristol, en casa de unos cuñados, y otra en los lagos de Escocia, que a su esposo le encantaban. Stubard nunca había salido de Gran Bretaña. Pero se interesaba por las cosas del mundo: leía The Times con atención, empezando por las necrológicas, y escuchaba en la radio las noticias de la BBC a la una y a las ocho de la noche. Nunca se le había pasado por la cabeza comprar un aparato de televisión e iba al cine rara vez. Pero tenía un tocadiscos, donde chica de acompanamiento tournon en rhone sinfonías de Mozart, de Beethoven y de Benjamín Britten. Y debía de serlo, a juzgar por el Jaguar rojo que estacionó en la puerta de la casa. Joven y jovial, de rubios pelos crespos y cachetes encarnados, se sorprendió de que en la casa no hubiera una sola botella de good Scotch y que tuviera que contentarse con una copa de un vinito dulce de moscatel que, después del té y los consabidos pastelitos de pepino y la torta de queso y limón, sacó Mrs. Stubard para agasajarlo. Se quedó hasta el anochecer, contando anécdotas de los pura sangre que preparaba en Newmarket para las carreras. Y les confesó que había resultado preparador porque no pudo ser jockey, debido a su contextura robusta. Mejor que sacarse el primer premio de la lotería. Stubard y Esther, cambiaron definitivamente el rumbo de su vida. Patrick Chick, a la que él preparaba, y cuyo dueño, feliz con las satisfacciones que le daba en los hipódromos, quería eternizarla en un óleo? Le ofrecía libras si el retrato le gustaba; si no, Juan podría quedarse con la tela y recibiría 50 pounds por el esfuerzo. Gracias a Primrose, a Charles y a Mr. Chick el óleo de Primrose le gustó y le alcanzó al maravillado Juan Barreto las libras prometidas. Lo primero que hizo Juan fue comprarle a Mrs. Stubard un sombrerito con flores y un paraguas que hacía juego con él. Habían pasado cuatro años desde entonces. Todas las veces que venía a la ciudad iba a visitar a su hada madrina y a sacar de paseo a Esther. Stubard la enterraron en el jardín de la casa. La moda hippy había entrado en Lrancia apenas y las gentes se volvían en chica de acompanamiento tournon en rhone calle a mirar a Juan por su indumentaria. Era una excelente persona. Gracias a él hice cosas que nunca había hecho, pasar noches blancas en discotecas o en fiestas hippies en las que el olor de la hierba impregnaba el aire y se servían unos pasteles preparados con hachís que disparaban al novato que era yo en unos gelatinosos viajes suprasensibles, a veces divertidos y a veces pesadillescos. Las francesas tenían, en el imaginario universal, la fama de ser libres, desprejuiciadas y de no oponer demasiados remilgos a la hora de irse a la cama con un varón, pero, en verdad, quienes llevaron esa libertad a un extremo sin precedentes fueron las chicas y los chicos de la revolución hippy londinense, que, por lo menos en el círculo de conocidos de Juan Barreto, se iban a la cama con el chica de acompanamiento tournon en rhone o la desconocida con quien acababan de bailar y volvían al poco rato como si nada a seguir la fiesta y repetir el plato. Te aseguro que en muchos ambientes de París hay la chica de acompanamiento tournon en rhone libertad que aquí. Seguramente era verdad. Mi vida parisina —mi vida, en general— había sido bastante sobria, incluso en los períodos sin contrato de trabajo, en los que, casi siempre, en lugar de echar una cana al aire, me dedicaba a perfeccionar el ruso con un chica de acompanamiento tournon en rhone particular, porque, aunque podía interpretarlo, no me sentía tan seguro con la lengua de Tolstoi y Dostoievski como con el inglés y el francés. Él lo ocupaba apenas porque la mayor parte del tiempo la pasaba en Newmarket transfiriendo equinos de la realidad a las telas. Yo le haría un favor desapolillando elpisito de cuando en cuando. Si coincidíamos en Londres, tampoco habría problema porque él podía dormir donde Mrs. Insistió tanto que, al final, acepté. Juan era ahora un hippy que no hacía dietas ni creía en el vegetarianismo. Me gustó mucho Earl's Court, me enamoré de su fauna. Con su hedonismo tranquilo, pacífico, los hippies no chica de acompanamiento tournon en rhone daño a nadie; tampoco chica de acompanamiento tournon en rhone el apostolado, no querían convencer ni reclutar a esas gentes con las que habían roto para llevar su vida alternativa: querían que los dejaran en paz, absortos en su egoísmo frugal y su sueño psicodélico. Pero sentía una gran simpatía y hasta una envidia melancólica por esos muchachos y muchachas, entregados sin la menor aprensión al confuso idealismo que guiaba sus conductas y sin imaginar los riesgos que por todo ello estaban obligados a correr. Pero, en las callecitas de casas de dos o tres pisos, con jardincillos a la entrada y en la parte trasera, de Earl's Court, se veía a las gentes vestidas como si fueran a un chica de acompanamiento tournon en rhone de disfraces, incluso en harapos, a menudo descalzas, pero siempre con un sentido estético aguzado, buscando lo llamativo, lo exótico, lo distinto, y con detalles de picardía y humor. A mí me maravillaba mi vecina, Marina, una colombiana que había venido a Londres a estudiar danza. Muchos hippies, acaso la mayoría, procedían de la clase media o alta, y su rebelión era familiar, dirigida contra la regulada vida de sus padres, contra lo que consideraban la hipocresía de sus costumbres puritanas y las fachadas sociales tras las que escondían su egoísmo, su espíritu insular y su falta de imaginación. Su filosofía no estaba basada en el pensamiento y la razón sino en los sentimientos: en el feeling. Abrí y me encontré con media docena de muchachos rapados al coco, que llevaban botas comando, pantalones cortos y casacas de cuero de corte militar, algunos de ellos con cruces y medallas guerreras en el pecho. Me preguntaron por el pub Swag and Tails, que estaba a la vuelta de la esquina. Fueron los primeros skin heads cabezas rapadas que vi. Desde entonces, esas pandillas aparecían de cuando en cuando por el barrio, a veces armados de garrotes, y los benignos hippies que habían extendido en las veredas sus mantas para vender sus chucherías artesanales tenían que salir volando, algunos con sus criaturas en los brazos, porque los skin heads les profesaban un odio cerril. No era sólo un odio a su modo de vida sino también clasista, porque esos matones, jugando a los SS, procedían de sectores obreros y marginales y encarnaban su propio tipo de rebelión. La aparición de los cabezas rapadas creó cierta tensión y hubo algunos hechos de violencia en el barrio, pero aislados. A mí me encantaba ir a sentarme a leer allí, como lo hacía en los bistrots de París —pero qué distinto era el ambiente de cada sitio—, sobre todo a un garaje con cuatro mesitas, donde atendía Annette, una chica francesa de largos cabellos sujetados en trenza y unos pies muy bonitos, con la que solíamos tener largas conversaciones sobre las diferencias entre el yoga asanas y el yoga pranayama, de los que ella parecía saber todo y yo nada. Estaba en el primer piso de una casa de dos plantas, dividida y subdividida en pequeños apartamentos, y constaba de un solo dormitorio, con un bañito y una cocinilla empotrada. La habitación era amplia, con dos ventanales que le aseguraban una buena ventilación y una excelente vista sobre Philbeach Gardens, callecita en forma de medialuna, y sobre el jardín interior, al que la falta de cuidado había convertido en un hirsuto bosquecillo. En una época, en ese jardín hubo una carpa sioux en la que vivía una pareja de hippies con dos niñitos que gateaban. Y un alto de cajas donde guardaba libros y revistas. Un mero parecido. Volví a escudriñarla y deseché la idea. Ese día regresaba a París. Los dos meses que estuve sin chica de acompanamiento tournon en rhone a Londres aquella sospecha me estuvo rondando hasta volverse una idea fija. Demasiado improbable, demasiada casualidad, demasiado todo. Pero no conseguí arrancarme la sospecha —la ilusión— de la cabeza. Es Mrs. Richardson, la mujer de ese tipo tan flamboyant que ves allí, medio zampado. De origen mexicano, creo. Habla un inglés graciosísimo, te morirías de risa si la oyes. ![]() Pero estuve totalmente seguro de que sí era. Tenía que ser ella. Pasé muchas noches —Juan dormía donde Mrs. Stubard— íntegramente despierto, en un estado de ansiedad que me hacía latir el corazón como atacado de taquicardia. Temía que si confirmaba la identidad de nuestra compatriota, ésta se viera en un embrollo de los mil diablos. Si se hacía pasar por mexicana en Newmarket, por algo turbio sería. Concebí una estrategia sinuosa. De una manera indirecta, sin volver a mencionar para nada a la dama de la fotografía, trataría de que Juan me llevara a conocer ese edén de la hípica. Aquella larga noche de palpitaciones y desvelo, e, incluso, de una violenta erección, llegué, en un momento, a tener un ataque de celos con mi amigo. En las fiestas a las que me llevaba casi siempre terminaba desapareciéndose con una chica, y a veces hasta con dos. Pero, una noche, me sorprendí viéndolo acariciar y besar en la boca con mucho ímpetu a un muchachito pelirrojo, delgado como un canuto, al que estrujaba en sus brazos con furia amorosa. El secreto de la felicidad, o, por lo menos, de la tranquilidad, es saber separar el sexo del amor. Una filosofía que hubiera suscrito con puntos y comas la niña mala, pues la venía practicando sin duda desde siempre. Llevaba una vida totalmente libre y promiscua, pero, al mismo tiempo, había conservado ese prurito tan extendido entre peruanos de evitar las confidencias en materia sexual y tocar siempre el tema de manera velada e indirecta. Me costó buen tiempo y una delicada maraña de insinuaciones y preguntas de apariencia anodina, ir empujando a Juan Barrete a que me llevara a conocer Newmarket, el célebre lugar de Suffolk que desde mediados del siglo XVIII encarnaba la pasión albiónica por los pura sangre. Le hacía muchas preguntas. Cómo eran las gentes de allí, las casas donde vivían, los rituales y tradiciones de que se rodeaban, las relaciones entre propietarios, jockeys y preparadores. Y en qué consistían las subastas en el Tattersalls en que se pagaban esas sumas extraordinarias por los caballos estrellas y cómo era posible que se subastara un caballo por partes, como si fuera desarmable. Hasta que, una mañana, al salir de mi buhardilla a tomar el desayuno en el Café de la Marie en la place Saint Sulpice, madame Auclair me entregó un sobre con el sello de la Unesco. Había aprobado el examen y el jefe del departamento de traductores me citaba en su oficina. Era un español canoso y elegante, apellidado Chames. Fue muy amable. Desde ese momento tuve la seguridad de que mi sueño de siempre -bueno, desde que tuve uso de razón- vivir en esta ciudad el resto de mi vida, comenzaba a hacerse realidad. Mi existencia dio un salto chica de acompanamiento tournon en rhone a partir de ese día. Empecé a cortarme el pelo dos veces al mes y a ponerme saco y corbata todas las mañanas. Si no hubiera conocido tan bien esa integridad que rezumaba por todos sus poros, muchas veces habría creído que exageraba, para impresionarme. Norte, Libia, Indonesia? Pero, era verdad. Lo confirmé en aquellos días de en que hubo un pequeño alboroto chica de acompanamiento tournon en rhone con motivo de un intento de asesinato al líder revolucionario marroquí Ben Barka, apodado el Dínamo, al que tres años después, en octubre desecuestrarían y desaparecería para siempre al salir de Chez Lipp, un restaurante de Saint Germain-des-Prés. La otra, dólares. Bromeamos un rato y al anochecer me llevó las dos chica de acompanamiento tournon en rhone, que metimos debajo de mi cama. Pasé una semana con los pelos de punta, pensando que si a cualquier ladrón se le ocurría robarse ese dinero, el MIR nunca se creería lo del robo y yo me convertiría en un blanco de la revolución. Lo sentía mucho pero no había podido averiguar nada. Pero, por qué, viejito, ni que fuera tan bonita. Yo lo defendía, en acaloradas discusiones. Hasta hacía muy poco, su mujer había trabajado limpiando casas para sostener la economía familiar. Él quería ayudar a prepararlas, sobre el terreno. La dirección del MIR no se lo autorizaba y esto lo enfurecía. Las dos o tres veces que le vi iba vestido muy formal, con corbata y una casaca de cuero marrón. Hablaba con suavidad, como un abogado en funciones, dando precisiones legalísticas y usando un vocabulario elaborado, de alegato jurídico. Y, sin embargo, había estado varias veces preso, exiliado en México, y viviendo en la clandestinidad. Guillermo Lobatón era otra cosa. En fue expulsado del país por el gobierno militar y, luego de mil pellejerías, llegó a París, donde, a la vez que se ganaba la vida con las manos, retomó sus estudios de filosofía en la Sorbona. El Partido Comunista le consiguió luego una beca en Chica de acompanamiento tournon en rhone Oriental, en Leipzig, donde continuó sus estudios de filosofía y estuvo en una escuela de cuadros del Partido. Allí lo sorprendió la Revolución Cubana. En ese trabajo, en el que exaltaba el ejemplo de Fidel Castro y sus compañeros como modelos revolucionarios, había una cita de Trotski. Por esta cita fue sometido a un tribunal de disciplina en Leipzig y expulsado de manera infamante de AlemaniaOriental y del Partido Comunista peruano. Así llegó a París, donde se había casado con una muchacha francesa. Jacqueline, también militante revolucionaria. Durante los días de la invasión a Cuba en Bahía de Cochinos, lo vi multiplicarse, asistiendo a todas las manifestaciones de solidaridad con Cuba y hablando en un par de ellas, en un buen francés, con una arrolladora retórica. Era un muchacho delgado y alto, de piel ébano claro, con una sonrisa que mostraba su magnífica dentadura. Había en su manera de ser algo que contagiaba su entusiasmo, su idealismo, el desprendimiento y sentido acerado de la justicia que guiaban su vida, algo que no creo haber advertido -sobre todo, de manera tan genuina- en ninguno de los revolucionarios que pasaban por París en los sesenta. Que hubiera aceptado ser apenas un militante de! ![]() MIR, donde no había nadie que tuviera su talento y su carisma, decía muy a las claras la pureza de su vocación revolucionaria. Lo siento, pero no son buenas, mi viejo. Lo invité a uno de los bistrots de los alrededores de l'Opéra, a tomarnos un trago, para digerir mejor la mala noticia. Nos sentamos en la terraza, al aire libre. Pedimos dos cervezas. El comandante Osmani Cienfuegos era el jefe de la organización que prestaba la ayuda a todos los movimientos revolucionarios y partidos chica de acompanamiento tournon en rhone y el que coordinaba las acciones rebeldes en todos los rincones del mundo. El comandante Chacón, sobreviviente de la Sierra Maestra, era su brazo derecho. Viven juntos. La camarada Arlette, aunque no te lo creas, se ha convertido en una persona influyente, de cama y mesa con los comandantes. Maldita sea el tener que darte esta noticia, mi viejo. Bueno, el mundo no se va a acabar. Igual, creo. En fin, no pongas esa cara que no es para tanto, mi viejo. La verdad, no conseguía adivinarla en su nuevo papel: su figurita se me escurría como si fuera líquida. Y a la tía Alberta, a quien en una carta había cometido la debilidad de confesarle que estaba enamorado de una chica llamada Arlette y que siempre me pedía una foto de ella, le conté que habíamos roto, que se olvidara del asunto para siempre. Fuimos a Le Chica de acompanamiento tournon en rhone, un bistrot en la calle de ese nombre, en la esquina de Vaugirard. Dejo París. Y, cuando la revolución triunfe, te mandaremos de embajador a la Unesco. Durante un rato estuvimos sorbiendo nuestras tazas de café, en silencio. No iba a ayudar a la revolución, ni al MIR, ni a sus camaradas. El lo sabía tan bien como yo. Su gordura, que lo dejaba acezando apenas caminaba una cuadra en Saint Germain, sería en los Andes un estorbo tremendo para la guerrilla, y, por eso mismo, él sería uno de los primeros a quienes los soldados matarían apenas se iniciara el alzamiento. Recapacita, gordo, no puedes hacer una cojudez así. No se trata de ellos, se trata de mí. Es una cuestión de principio. Todos querían que siguiera en Chica de acompanamiento tournon en rhone, como representante del movimiento ante las organizaciones y gobiernos hermanos, pero él, con su terquedad a prueba de balas, terminó por imponerse. Viendo que no había nada que hacer y que mi mejor amigo de París había decidido poco menos que suicidarse, le pregunté si su partida significaba que la insurrección estallaría pronto. Tenían tres campamentos montados en la sierra, uno en el departamento del Cuzco, otro en Piura y otro en la región del centro, en la vertiente oriental de la Cordillera, por la ceja de selva de Junín. Contrariamente a mis profecías, me aseguró que la gran mayoría de los becados se habían internado en los Andes. Las deserciones habían sido menos del diez por ciento. Con un entusiasmo que a ratos chica de acompanamiento tournon en rhone volvía euforia, me dijo que la operación retorno de los becados había sido un éxito. Estaba feliz, porque la había dirigido él mismo. Habían vuelto de uno en uno o de dos en dos, en complicadas trayectorias que a algunos muchachos, para borrar las pistas, les hicieron dar la vuelta al mundo. Nadie había sido descubierto. Los contactos con los sindicatos campesinos, sobre todo en el Cuzco, eran excelentes y esperaban que, una vez iniciada la rebelión, muchos comuneros se incorporaran a la lucha. Hablaba con alegría, convencido de lo que decía, con seguridad, exaltado. Yo no podía disimular mi tristeza. ![]() Vaciló un momento, temeroso de que lo que iba a decir pudiera lastimarme. Era una pregunta que, sin duda, había estado comiéndole la lengua hacía tiempo. Nunca me lo he tragado, viejito, te confieso. Eso es lo que quiero: vivir aquí. Que es tu vicio secreto. Muchas veces hemos hablado de eso, con otros peruanos. Todos creen que escribes y que no te atreves a confesarlo por chica de acompanamiento tournon en rhone espíritu autocrítico. O por timidez. Lo acompañé a tomar el metro en el Carrefour del Odeón. Cuando nos abrazamos, no pude evitar que se me mojaran los ojos. Me quedé allí, en la boca de la estación, viéndolo bajar las escaleras con lentitud, estorbado por su redondo corpachón. No chica de acompanamiento tournon en rhone la soledad, pero ésta no era problema para mí desde que quedé huérfano y mi tía Alberta me tomó a su cargo. Era un cliente asiduo de la librería La Joie de Lire, de la rué Saint Séverin, y de los bouquinistes de los muelles del Sena. Esa ambigua situación la atormentaba y aparecía con frecuencia en su conversación. Carmencita era alta, delgada, con una melenita a lo garcón y unos ojos melancólicos. Absurdamente, cada vez que salía con Carmencita me invadía un malestar, el sentimiento de estar siendo desleal con la amante del comandante Chacón, un personaje al que me imaginaba de grandes bigotes y contoneando en las caderas un par de pistolones. Mi relación con la española no pasó de ahí porque una noche la descubrí en un rincón de L'Escale muy acarameladita en brazos de un señor enchalinado y patilludo. Mi primer contrato fue en la Junta de Energía Atómica, en Viena, y, el segundo, en Atenas, chica de acompanamiento tournon en rhone congreso internacional del algodón. Esos viajes de pocos días, bien chica de acompanamiento tournon en rhone, me permitían conocer lugares donde de otro modo nunca hubiera ido. Fue a la vuelta de uno de esos viajecitos de trabajo, esta vez a Glasgow, una conferencia sobre tarifas aduaneras en Europa, que me encontré en el Hotel du Sénat una carta de un primo hermano de mi padre, el Dr. Este tío segundo, al que apenas había tratado, me informaba que mi tía Alberta había muerto, de una pulmonía, y me había hecho su heredero universal. Fui a la oficina de correos de Vaugirard a enviarle un telegrama, diciéndole que yo me pagaría el pasaje y que viajaría a Lima lo antes posible. La muerte de la tía Alberta me dejó hecho una chica de acompanamiento tournon en rhone muchos días. Era una mujer sana y no había cumplido setenta años. Hasta que terminé la carrera de abogado y me vine a París, viví en su casa y, aunque sus anacrónicas manías a menudo me exasperaban, la quería mucho. Ella, desde que me adoptó, se dedicó a mí en cuerpo y alma. Esa misma tarde fui a las oficinas de Air France a comprar un pasaje de ida y vuelta a Lima, y luego pasé por la Unesco a explicarle al señor Chames que debía tomar unas vacaciones forzosas. Cruzaba el hall de la entrada cuando me di con una elegante señora de tacones de aguja, envuelta en una capa negra con filos de piel, chica de acompanamiento tournon en rhone me quedó mirando como si nos conociéramos. Supongo que ya no te puedo llamar Lily ni chilenita, ni camarada Arlette la guerrillera. Mañana a las once, en Les Deux Magots. Esa noche estuve largamente desvelado, pensando en ella y en la tía Alberta. La pelea se debía a que mi tía Alberta acusaba a la chilenita de haberle robado chica de acompanamiento tournon en rhone nuevo nombre a un personaje de Flaubert. Me desperté agitado, sudando, todavía oscuro, entre maullidos de gato. Parecía un maniquí de Vogue vestida toda de amarillo, con unos zapatitos blancos y una sombrilla floreada. El cambio era extraordinario, en verdad. Y, si no lo estuviera, volvería a estarlo desde hoy mismo. Te veo y no creo lo que veo, niña mala. Si aquella vez que te propuse quedarme contigo me hubieras dicho sí, ahora sería tu mujer. Pero no querías quedar mal con tu amigo, el camarada Jean, y me despachaste a Cuba. Perdiste la ocasión de tu vida, Ricardito. Sentí que se me apuraba el corazón. No he sabido nada de él ni de los otros. A lo mejor todos esos castillos en el aire revolucionarios se hicieron humo. Y todos los guerrilleros se volvieron a sus casas y se olvidaron del asunto. Conversamos cerca de dos, horas. Naturalmente, me aseguró que aquella historia de amor con el comandante Chacón eran puras habladurías de los peruanos de La Habana; en realidad, con el tal comandante sólo habían tenido una buena amistad. No me quiso contar nada sobre su entrenamiento militar y, como siempre, evadió todo comentario político y darme detalles sobre su vida en la isla. Le dije que sí, muchos. Y que estaba tan linda que vendería mi alma al diablo, cualquier cosa, con tal de hacerle el amor o, siquiera, besarla. Le cogí la mano y se la besé. Lo que me parecía muy bien, porque yo también creía que por París uno podía hacer todos los sacrificios. Y que acababan de alquilar un pisito en Passy. Me dio su teléfono, la dirección de su casa, y me preguntó si seguía viviendo en ese cuartito, en el que se pasaba tanto frío, en la buhardilla del Hotel du Sénat. Por eso, para mí, ese cuchitril es un palacio. Pero, un momento después, al despedirnos, olvidando las precauciones maritales, en vez de la mejilla me ofreció sus labios. Los tenía gruesos y sensuales y los segundos que los tuve apoyados en los míos los sentí moverse despacito, en una caricia suplementaria, llenos de incitaciones. Le hice adiós y ella agitó la mano en que llevaba la sombrilla floreada. Me bastó verla para descubrir que, en estos años, no la había olvidado un solo momento, que estaba tan enamorado de ella como el primer día. Las fotos las habían enviado los mismos miristas a los medios anunciando que el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, en vista de las condiciones inicuas de explotación de que eran víctimas los campesinos chica de acompanamiento tournon en rhone los obreros, y el sometimiento del gobierno de Belaunde Terry al imperialismo, había decidido pasar a la acción. Los dirigentes del MIR mostraban sus caras y aparecían con los cabellos largos y la barba crecida, con fusiles chica de acompanamiento tournon en rhone las manos y unos uniformes de campaña de chompas negras de cuello subido, pantalón caqui y botas. Mi tío no tomaba muy en serio el anuncio de las acciones armadas y este sentimiento parecía muy extendido. La gente pensaba que era una iniciativa descabellada, que terminaría en un dos por tres. Viví en el departamento de mi tía Alberta, en la calle Colón, de Miraflores, impregnado de ella todavía, donde todo me la recordaba, así como a mis años universitarios y mi adolescencia sin padres. Me emocionó encontrar en su velador, ordenadas cronológicamente, todas las cartas que chica de acompanamiento tournon en rhone escribí desde París. Tres se habían casado, uno había comenzado ya a reproducirse, y los otros tres tenían unas enamoradas que pronto se convertirían en sus novias. Esos castristas enviados por Cuba no durarían mucho. Si el gobierno de Belaunde no era capaz de pararlos, vendrían otra vez los militares a poner orden, algo que tampoco les hacía mucha gracia. Eso era también lo que temía el Dr. Y enchufarnos otros ocho o diez años de dictadura militar. La tía Dolores sobrellevaba su enfermedad sin amargura y se distraía tocando el piano y viendo sus telenovelas. Cuando recordamos a la tía Alberta, se chica de acompanamiento tournon en rhone a llorar. En los huecos libres, releía La educación sentimental, de Flaubert, porque, ahora, la madame Arnoux de la novela tenía para mí no sólo el nombre, también la cara de la niña mala. Una linda suma, que no pensé llegar a tener nunca. Gracias a la tía Alberta podría comprarme un pisito en París. Apenas regresé a Francia, luego de subir a mi buhardilla del Hotel du Sénat y aun antes de desempacar, lo primero que hice fue chica de acompanamiento tournon en rhone por teléfono a madame Robert Arnoux. Me dio cita al día siguiente y me dijo que, si quería, podíamos almorzar juntos. La recogí a la salida de la Alliance Francaise, en el boulevard Raspail, donde estaba siguiendo un curso acelerado de francés, y fuimos a almorzar un curry d'agneau a La Coupole, en el boulevard Montparnasse. Estaba vestida con sencillez, pantalones y sandalias y una casaca ligera. Llevaba unos pendientes de colores que hacían juego con su collar y su pulsera y un bolso colgado al hombro, y cada vez que movía la cabeza sus cabellos ondeaban con alegría. Se había vuelto una mujercita muy elegante, en verdad: combinaba los colores con gusto y se maquillaba con mucha gracia. Yo la observaba, todavía estupefacto con su mudanza. Y te ayudaré a amueblarlo y decorarlo. Costaba cerca de setenta mil dólares pero no tuve dificultad en que la Société Genérale, el banco donde tenía mi cuenta, me concediera un préstamo por lo que me faltaba. Asentí, varias veces. Cumplió su promesa. Las paredes olían a pintura fresca. En sus arqueados empeines la piel dejaba traslucir unas venitas azules y a mí me enternecía imaginar la sangre fluyendo despacito por ellas. Como la vez anterior, se dejó acariciar con total pasividad y escuchó callada, fingiendo una exagerada atención o como si no oyera nada y pensara en otra cosa, las palabras intensas, atropelladas, que yo le decía al oído o a la boca mientras pugnaba por separarle los labios. Con tu boca. No te vayas a venir todavía. Me gusta sentirme irrigada. Hablaba con tanta frialdad que no parecía una muchacha haciendo el amor sino un médico que formula una descripción técnica y ajena del placer. No me importaba nada, era totalmente feliz, como no lo había sido en mucho tiempo, acaso nunca. Era estrecha, se encogía, me resistía, se quejaba, hasta que por chica de acompanamiento tournon en rhone lo conseguí. Sentí mi sexo como fracturado por esa viscera palpitante que lo estrangulaba. Pero era un dolor maravilloso, un vértigo en el que me hundía, trémulo. Casi inmediatamente eyaculé. Tienes que aprender a demorarte, si quieres hacerme gozar. Ese mismo día, al despedirnos, me invitó a cenar, para presentarme a su marido. Y, de postre, sugería la tarte tatin. Monsieur Robert Arnoux era bajito, calvo, con un bigotito mosca que se movía cuando hablaba, de anteojos de espesos cristales, y debía doblarle la edad a su mujer. Su español era perfecto, con un ligero deje en el que se advertían los años que había servido en el Caribe. En verdad, no estaba en la delegación francesa de la Unesco sino cedido por el Quai d'Orsay como asesor y director de gabinete del director general, René Maheu, un compañero de Jean-Paul Sartre y de Raymond Aron en la École Nórmale, del que se decía que era un discreto chica de acompanamiento tournon en rhone. Yo lo había visto algunas veces, siempre escoltado por ese calvito bizco que resultó ser el marido de madame Arnoux. Esos atracos a haciendas y asaltos a la policía. Esta mi segunda luna de miel con madame Arnoux terminó poco después de aquella cena porque, apenas me mudé al barrio de la Ecole Militaire, el señor Chames me renovó mi contrato. Veíamos la película tomados de la mano y yo la besaba en la oscuridad. No volvimos a hacer el amor hasta muchas semanas después, luego de un viaje de ella a Suiza, sola, del que volvió a París varias horas antes de lo previsto para pasar un rato conmigo en su departamento de la rué Joseph Granier. Todo en la vida de la señora Arnoux seguía siendo bastante misterioso, como lo había sido en la de Lily la chilenita y en la de la guerrillera Arlette. Por otra parte, constantemente estaba haciendo, o me decía que estaba haciendo, chica de acompanamiento tournon en rhone a Suiza, a Alemania, a Bélgica, de apenas dos o tres días, por razones nunca claras: exposiciones, galas, fiestas, conciertos. Y, un par de semanas después, emboscado a un destacamento de la Guardia Civil en el. Nueve guardias civiles, entre ellos el mayor al mando de la patrulla, murieron en el combate. El gobierno de Belaunde había decretado el estado de sitio en toda la sierra central. Sentí que se me encogía el corazón. El Comercio y La Prensa, y apristas y odriístas, ahora aliados contra el gobierno, acusaban a Belaunde Terry de debilidad frente a los rebeldes castristas, y hasta de secretas complicidades con la insurrección. El gobierno había encargado al Ejército chica de acompanamiento tournon en rhone represión de los rebeldes. Se oye ruido de sables en el ambiente. De una manera totalmente inesperada, resulté haciendo buenas migas con monsieur Robert Arnoux. Se presentó un día en la oficina de español de la Unesco a proponerme, a la hora del almuerzo, que subiéramos a la cafetería a tomar un bocado juntos. Era un hombre con lecturas e ideas y se quejaba de que, aunque trabajar junto a Rene Maheu era interesante, tenía el inconveniente de que sólo le quedaba tiempo para leer los fines de semana e ir muy rara vez al teatro y a conciertos. Todo me pareció hermoso y elegante. Toda la noche los vejetes conocidos de monsieur Arnoux se le acercaban, le besaban la mano y la miraban con brillos codiciosos en los ojos. Por fin pude sacarla a bailar. Y que me desgarraba las entrañas pensar que, luego del baile, en su casa de Passy sería su marido y no yo quien la desnudaría y amaría. Yo aspiraba la fragancia que manaba de toda ella y sentía tanto deseo de poseerla que apenas podía respirar. Pero inmediatamente chica de acompanamiento tournon en rhone dio una explicación que parecía impecable, aunque yo estaba seguro de que era falsa. Los vestidos y las joyas que llevaba no eran comprados sino prestados por los grandes modistos de l'avenue Montaigne y los joyeros de la place Vendóme, que, a manera de publicidad para sus creaciones, los hacían lucir por las damas chic que frecuentaban el gran mundo. De modo que gracias a sus relaciones sociales ella podía vestirse y adornarse como las elegantes de París. Algunas semanas después de aquel baile de l'Opera recibí una llamada de la niña mala en la oficina de la Unesco. A ver qué programa me preparas. El revisor de mis traducciones debió enmendarme la plana un par de veces. En mi flamante Dauphine, comprada hacía un mes, llevé a madame Arnoux a media mañana al cementerio de perros de Asniéres, que ella no conocía. Ella parecía de veras divertida. Sonreía, su mano abandonada en la mía, con sus ojos color miel oscura encendidos por el sol primaveral y los cabellos agitados por una brisa que corría con el río. Llevaba una blusa ligera, transparente, que dejaba ver la orilla de sus pechos, una casaca suelta que aleteaba con sus movimientos y unos botines de taco alto color ladrillo. Tomé nota, mentalmente: ése sería mi regalo el día de su cumpleaños, si conseguía averiguarlo. La estreché por la cintura, la atraje hacia mí y le dije que si se decidía a dejar a monsieur Arnoux y casarse conmigo me comprometía a que tuviera una vida normal y criara todos los perros que se le antojara. Te lo pregunto, para que me digas una de esas huachaferías que tanto te gusta decirme. Hace años que sueño con eso, guerrillera. Una al acostarnos y otra al despertarnos. Eso sí, nada de levantarse tempranito. Para no tener nunca arrugas, necesito ocho horas de sueño como mínimo. Nunca había estado tan juguetona como esa mañana. Y creo que nunca lo estaría después, tampoco. Comimos un sandwich de jamón con pepinillos y un vaso de vino en un bistrot de Asniéres, a orillas del río, y luego fuimos a la Cinémathéque de la rué d'Ulm a ver Les enfants du Paradis, de Marcel Carné, que yo había visto pero ella no. A la salida, habló de lo jovencitos que aparecían Jean-Louis Barrault y María Casares, ya no se hacían películas así, y me confesó que el final la había hecho lagrimear. Le propuse que fuéramos a mi departamento a descansar hasta la hora de la cena, pero no quiso, meternos en la casa ahora me daría malas ideas. Estuvimos entrando y saliendo de las galerías de la rué de Chica de acompanamiento tournon en rhone y luego nos sentamos a tomar un refresco en una terraza de la rué de Buci. Le conté que una mañana había visto por allí, comprando pescado fresco, a André Bretón. Hacía mucho que no me sentía tan contento, optimista y esperanzado. Corrí a comprar el periódico al quiosco de la esquina. En agosto defuerzas especiales del Ejército peruano habían cercado Mesa Pelada, una montaña al este de la ciudad de Quillabamba, en el valle cusqueño de La Convención, y capturado el campamento Illarec ch'aska lucero del albadando muerte a muchos guerrilleros. La información precisaba que aviones militares habían bombardeado Mesa Pelada, usando napalm. El Ejército mostró a los periodistas las armas, los uniformes y muchos documentos, así como mapas y equipos de radio que los guerrilleros tenían en Mesa Pelada. Yo, en cambio, pese a mis esfuerzos por olvidarme de la maldita noticia de Le Monde y concentrarme en la niña mala, no pude. Pero, cuando llegamos a mi departamento de Joseph Granier y ella sacó de su maletín de mano un coqueto baby doll, su escobilla de dientes y una muda de ropa para el día siguiente, y nos tendimos sobre la cama -yo había comprado flores para la salita y el dormitorio- y comencé a acariciarla, me di cuenta, avergonzado y humillado, que no estaba en condiciones de hacerle el amor. Yo no tengo por qué guardar luto. Al fin, la sentí moverse y oí ese ronroneo suavecito que parecía subirle a la boca desde el vientre, y sentí el encogimiento de sus miembros y su largo suspiro complacido. Casi de inmediato, se quedó dormida. Yo estuve desvelado mucho rato, con una angustia que me estrujaba la garganta. Tuve un sueño difícil, con pesadillas que al día siguiente apenas recordaba. Desperté cerca de las nueve de la mañana. Ya no había sol. Por la claraboya se divisaba el cielo encapotado, color panza de burro, el eterno cielo parisino. Nadie, viéndola así, se hubiera imaginado la vida difícil que debió haber llevado desde que nació. Y lo dura y fría que la había vuelto el tener que defenderse con uñas y dientes contra el infortunio, todas las camas por las que debió pasar para no ser aplastada en ese campo de batalla que sus experiencias la habían convencido era la vida. Sentía una inmensa ternura por ella. Estaba seguro que la querría siempre, para mi dicha y también mi desdicha. Verla y sentirla respirar me inflamaron. Comencé a besarle la espalda, muy despacio, el culito respingado, el cuello y los hombros, y, haciéndola ladearse, los pechos y la boca. Ella simulaba dormir, pero estaba ya despierta, pues se acomodó de espaldas de manera que pudiera recibirme. La quería, la quería, no podía vivir sin ella. Le rogué que dejara a monsieur Arnoux y se viniera conmigo, ganaría mucho dinero, la engreiría, le costearía todos los caprichos, le…. Creí que te habías vuelto impotente, después del fiasco de anoche. Le propuse prepararle el desayuno, pero ella prefirió que saliésemos a tomarlo a la calle, estaba antojada de un croissant croustillant. Nos duchamos juntos, me dejó jabonarla y secarla y, sentado en la cama, verla vestirse, peinarse y arreglarse. Fuimos de la mano a un bistrot de l'avenue de la Bourdonnais, donde, en efecto, las mediaslunas crujían como si acabaran de salir del horno. No me conoces. Yo sólo me quedaría para siempre con un hombre que fuera muy, muy rico y poderoso. El dinero da seguridad, te defiende, te permite gozar a fondo de la vida sin preocuparte por el mañana. Se me quedó mirando, con esa expresión fría que se agudizaba a veces de manera extraña y parecía congelar la vida a su alrededor. Pero eso es nada, niño bueno. Por eso no podría chica de acompanamiento tournon en rhone tu mujer. Yo nunca estaré contenta con lo que tenga. No supe qué contestarle, porque, aunque me doliese, había dicho algo cierto. Para mí la felicidad era tenerla a ella y vivir en París. Sí, probablemente. Antes de regresar al departamento, madame Robert Arnoux se levantó a telefonear. Volvió con la cara preocupada. Subimos a que recogiera su maletín de mano y la acompañé a tomar un taxi a la estación, junto al metro de la Ecole Militaire. Al volver a mi casa, sorprendido por su brusca partida, descubrí que había dejado olvidada su escobilla de dientes en el cuarto de baño. Una preciosa escobillita que llevaba impresa en el estuche la firma del fabricante: Guer-lain. A lo mejor, no. A lo mejor era un olvido deliberado para dejarme un recuerdo de esa noche triste y ese despertar feliz. Esa semana no pude verla ni hablar con ella y, la siguiente, sin conseguir tampoco despedirme -su teléfono no contestaba a ninguna hora- partí a Viena, a trabajar una quincena de días en la Junta de Energía Atómica. Me encantaba esa ciudad barroca, elegante y próspera, pero. En las noches, muerto de cansancio, apenas alcanzaba a meterme en uno de esos antiguos cafés, el Central, el Landtmann, el Hawelka, el Frauenhuber, que parecían decorados belle époque, a tomar un wiener schnitzel, la versión austriaca del bistec apañado que preparaba mi tía Alberta, y un vaso de espumosa cerveza. Llegaba a mi cama medio grogui. Varias veces llamé a la niña mala, pero nadie contestaba el teléfono o sonaba siempre ocupado. No me atrevía a telefonear a Robert Arnoux a la Unesco para no despertar sus sospechas. Terminados los quince días, el señor Chames me telegrafió proponiéndome diez días de contrato en Roma, en un seminario seguido de una conferencia de la FAO, de modo que viajé a Italia sin pasar por París. Tampoco desde Roma pude hablar con ella. Apenas volví a Francia, la llamé. Sin éxito, por supuesto. Empecé a pensar, angustiado, en un accidente, una enfermedad, una tragedia doméstica. No podía concentrarme, sacar de la cabeza a la chilenita. Después de nuevos intentos infructuosos de hablar con madame Arnoux, decidí ir a la Unesco a buscar a su marido, con el pretexto de invitarlos a cenar. Pasé antes a saludar al señor Chames y a los colegas de la oficina de español. Luego subí al sexto piso, el sanctasanctórum, donde estaban los despachos de los jefes. Desde la puerta divisé la cara desmoronada y el bigotito mosca de monsieur Arnoux. Parecía haber envejecido diez años en las pocas semanas que no lo veía. Me gustaría invitarlos a cenar una de estas noches que tengan libre. Me siguió mirando, sin responder. Me temblaron las manos. Soy el hazmerreír de la organización. Mi mujer me ha dejado, y ni siquiera sé por quién. Pensé que era por usted, señor Somocurcio. Se le cortó la voz antes de terminar de decir mi apellido. La barbilla le temblaba y me pareció que le chocaban los dientes. Balbuceé que lo sentía, no estaba al corriente de nada, repetí tontamente que este mes había estado trabajando fuera de París, en Viena y Roma. Y me despedí, sin que monsieur Arnoux me devolviera el hasta luego. La sorpresa y el disgusto fueron tan grandes que, en el ascensor, me vino una arcada y, en el bañito del pasillo, vomité. Un pensamiento me acompañó todos los días siguientes: ese fin de semana que me regaló era chica de acompanamiento tournon en rhone despedida. Para que yo tuviera algo especial que añorar. Las sobras que se echan al perro, Ricardito. Unos días siniestros siguieron a aquella brevísima visita a monsieur Arnoux. Por primera vez en mi vida, padecí de insomnio. Me pasaba las noches sudando, con la mente en blanco, apretando la escobülita de dientes de Guerlain que había guardado como un amuleto en mi velador, rumiando mi despecho y mis celos. Tenía un despertar desasosegado y con muñecos, como si arrastrara una resaca feroz. Si la hubiera retenido, seguiríamos juntos y la vida no sería este desvelo, este vacío, esta bilis. Tuve ganas de agradecérselo de rodillas. Gracias a la rutina del trabajo en la Unesco fui saliendo poco a poco de la crisis en que me dejó la desaparición de la ex chilenita, la ex guerrillera, la ex madame Arnoux. Tenías que sobreponerte y olvidar a la peruanita milcaras, convencerte de que ella fue sólo un mal sueño, niño bueno. Pedimos un whisky con hielo y Perrier como aperitivo y, luego, vino tinto, con una comida que apenas probamos. Le mentí que sólo chica de acompanamiento tournon en rhone oen París, cuando pasó rumbo a Cuba como una de las becadas del MIR para recibir entrenamiento guerrillero. Yo siempre supe que me mentía. Respecto a su familia y a su infancia, quiero decir. Pero, la excusaba. Me parecían mentiras piadosas, para disimular una niñez y una juventud que la avergonzaban. Nunca me contó nada de su familia. Pero, sin duda, sí, de una clase muy modesta. Que había estado en el Sophianum, el mejor colegio de monjas de Lima, donde se educaban las chicas de la alta sociedad. Que su padre era dueño de una hacienda algodonera. Hubiera hecho cualquier cosa para salir de Cuba. Hasta casarse conmigo. Yo le perdonaba esas fantasías. Comprendía que nacían de su inseguridad. Le habían contagiado esos prejuicios sociales y raciales, tan chica de acompanamiento tournon en rhone en los países sudamericanos. Por eso me inventó esa biografía de niña aristócrata que nunca fue. A ratos tenía la impresión de que monsieur Arnoux se olvidaba de mí. Otras veces, volviendo en sí, me miraba con desconfianza y odio y me urgía a decirle si yo estaba enterado de que ella tenía un amante. Nunca lo sospeché. Yo creía que ustedes se llevaban muy bien, que eran felices. Pidió otra botella de vino. Y añadió, con la vista velada y la voz acida-: No tenía necesidad de hacer lo que hizo. Fue feo, fue sucio, fue desleal actuar así conmigo. Yo le había dado mi nombre, me desvivía por hacerla feliz. Puse en peligro mi carrera para sacarla de Cuba. Aquello fue un verdadero víacrucis. La deslealtad no puede llegar a esos extremos. Se calló de golpe. Movía los labios sin emitir sonido y su bigotito cuadriculado se retorcía y estiraba. Había empuñado el vaso vacío y lo estrujaba como si quisiera hacerlo añicos. No sabía qué decirle, cualquier frase de consuelo me saldría falsa y ridícula. De pronto, comprendí que tanta desesperación no sólo se debía al abandono. Soy un hombre mayor, no estoy en condiciones de rehacer toda una vida. Una cuenta conjunta. Para que los impuestos a la sucesión no se llevaran todo lo que había ahorrado en una vida de trabajo y sacrificio. Fue a Suiza a hacer un depósito y se llevó todo, todo, y me dejó en la ruina. Chapean, un coup de maitre! Ella sabía que no podía denunciarla sin delatarme, sin arruinar mi reputación y mi cargo. Sabía que si la denunciaba sería el primer perjudicado, por tener cuentas secretas, por evadir impuestos. Iba y volvía sobre el mismo tema, con intervalos en los que bebíamos vino, callados, cada uno absorto en sus propios pensamientos. Me limitaba a intercalar frases breves, amistosas, de tiempo en tiempo. En realidad, no quería conversar conmigo. Me había invitado porque necesitaba que alguien lo escuchara, decir en voz alta ante un testigo cosas que desde la desaparición de su mujer le quemaban el corazón. Le agradezco su paciencia. Espero que esta catarsis me haga bien. Y, mientras hablaba, me sentí completamente hipócrita, tan culpable como si yo hubiera planeado la fuga de la ex madame Arnoux y el saqueo de su cuenta secreta. No necesitaba hacer eso. Yo le hubiera dado todo. Se lo hubiera dado. Pero, no así, no así. Nos despedimos en la puerta del restaurante, bajo el resplandor de las luces de la Torre Eiffel. A lo largo de todo el segundo semestre deayudados por los ashaninka del Gran Pajonal, Lobatón y sus compañeros estuvieron eludiendo la persecución de las fuerzas especiales del Ejército que se movilizaban en helicópteros y por tierra chica de acompanamiento tournon en rhone escarmentaban con ferocidad a los caseríos indígenas que los escondían y alimentaban. Al final, la chica de acompanamiento tournon en rhone en ruinas, doce hombres destrozados por los mosquitos, la fatiga y las enfermedades, el 7 de enero de cayó en las cercanías del río Sotziqui. Nunca se encontraron sus tumbas. Yo estaba en Frankfurt, trabajando en una conferencia internacional sobre comunicaciones; y, en un descanso, escapé a un almacén a hacer unas compras. Junto a la caja, alguien me cogió del brazo. Lo reconocí al instante. En los cuatro años que no lo veía había engordado y se había dejado el pelo muy largo -la nueva moda en Europa- pero su cara blancona, de expresión reservada y algo triste, era la misma. Estaba en Alemania desde hacía unos meses. Fuimos a tomar un café en la misma cafetería del almacén, llena de señoras con niños regordetes y atendida por turcos. Alfonso el Espiritista se salvó de milagro del ataque de los comandos del Ejército que arrasaron Mesa Pelada. Capturaron a varios, y, en la tortura, alguno habló. Así llegaron a Mesa Pelada. Nosotros no habíamos empezado las operaciones, en verdad. Y, luego de esa emboscada de Yahuarina en que mataron a tantos policías, nos echaron al Ejército encima. Nosotros, en el Cuzco, todavía no habíamos empezado a movernos. La idea de De la Puente no era quedarse en el campamento, sino ir de un lado al otro. Pero no nos dieron tiempo y quedamos encerrados en la zona de seguridad. El Espiritista hablaba con una curiosa distancia sobre lo que decía, como si aquello hubiera ocurrido hacía siglos. No sabía por qué conjunción de circunstancias no cayó en las redadas que desmantelaron las bases de apoyo del MIR en Quillabamba y en el Cuzco. Estuvo escondido en casa de una familia cuzqueña, a la que conocía de antaño, por su secta teosófica. Se portaron muy bien con él, chica de acompanamiento tournon en rhone al miedo que tenían. Luego de un par de meses, lo sacaron de la ciudad, oculto en un camión de mercancías, hasta Puno. Se había adaptado bien a esa vida y a los 3. Sobre todo cuando había que trepar montañas o bajar precipicios bajo lluvias diluviales. Una vez se cayó, en una cuesta que era un lodazal, y rodó veinte, treinta metros. Siempre ganaba los concursos de chistes que hacíamos en las noches, para no aburrirnos. Hubiera querido quedarme un buen rato con Alfonso el Espiritista, pero tenía que volver a la conferencia. Nos despedimos con un abrazo y le di mi teléfono para que me llamara si alguna vez pasaba por París. En la segunda mitad de los sesenta, Londres desplazó a París como la ciudad de las modas que, partiendo de Europa, se desparramaban por el mundo. Carnaby Street sustituyó a Saint Germain como ombligo del mundo. Aquellos años fueron también, en Inglaterra, de esplendor teatral, y el montaje del Marat-Sade, de Peter Weiss, que en dirigió Peter Brook, hasta entonces conocido sobre todo por sus revolucionarias escenificaciones de Shakespeare, fue un acontecimiento en toda Europa. Nunca volví a ver en un escenario nada que se me grabara con tanta fuerza en la memoria. ![]() Por una de esas extrañas conjugaciones que trama el azar, resulté, en los años finales de los sesenta, pasando muchas temporadas en Inglaterra y viviendo en el corazón mismo del swinging London: en Earl's Court, una chica de acompanamiento tournon en rhone muy animada y cosmopolita de Kensington que, por la afluencia de neozelandeses y australianos, era conocida como el Valle del Canguro Kangaroo Valley. Precisamente, la aventura de mayo deen que los jóvenes de París llenaron el Barrio Latino de barricadas y declararon que había que ser realistas eligiendo lo imposible, a mí me sorprendió en Londres, donde, debido a las huelgas que paralizaron las estaciones y aeropuertos de Francia, quedé varado un par de semanas, sin poder averiguar si le había ocurrido algo a mi pisito de la Ecole Militaire. Al volver a París descubrí que estaba intacto, pues la revolución de mayo del 68 en realidad no había desbordado el perímetro del Barrio Latino y Saint Germain-des-Prés. Aquéllos fueron unos años de mucho trabajo para mí, aunque, como hubiera dicho la niña mala, de mediocres logros: saltar de traductor a intérprete. Nuestra relación se marchitó por aburrimiento y un buen día dejamos de vernos y llamarnos. Me costó trabajo obtener mis primeros contratos como intérprete, a pesar de superar todas las pruebas y tener los diplomas correspondientes. Sólo lo conseguí cuando, al ingles y al francés, pude añadir el ruso entre los idiomas que traducía al español. Los contratos como intérprete me hicieron viajar mucho por Europa y con frecuencia a Londres, sobre todo para conferencias y seminarios económicos. Estaba convertido en un hippy, pero no del género zarrapastroso, sino elegante. Llevaba sueltos hasta los hombros y pintando algunas canas unos cabellos sedosos, y exhibía una barbita algo rala que formaba en torno a su boca un cuidado bozal. Yo lo recordaba gordito y chato, pero ahora me sobrepasaba por unos centímetros y lucía delgado como un figurín. Vestía unos pantalones de terciopelo color guinda y unas sandalias que, en vez de cuero, parecían de pergamino, un blusón oriental de seda con figurillas estampadas, una llamarada de color emir as dos batientes de su chaleco abierto y campanudo, que me recordó los de unos pastores turcomanos de un documental sobre Mesopotamia que vi en el Palais de Chaillot, dentro de la serie Connaissance du monde, que yo seguía cada mes. Fuimos a tomar un café, en los alrededores del consulado, y la conversación resultó tan amena que lo invité a almorzar a un pub de Kensington Gardens. Su historia era novelable. Luego su padre lo envió a seguir un chica de acompanamiento tournon en rhone de diseño y color a la St. Martin School of Arts de Londres. Inició entonces una existencia paupérrima, de artista callejero, haciendo retratos a turistas en Leicester Square o en las puertas de Harrods, y pintando con tiza en las veredas el Parlamento, el Big Ben o la Torre de Londres y pasando luego la gorra a los mirones. Durmió en el YMCA y en bed and breakfast miserables y, como otros drop outs, las noches de invierno se refugió en asilos religiosos para desechos humanos e hizo largas colas en las parroquias e instituciones de beneficencia donde repartían dos veces al día un plato de sopa caliente. Muchas veces pernoctó a la intemperie, en los parques o, envuelto en cartones, en los vestíbulos de las tiendas. La solidaridad de sus compañeros de trashumancia fue decisiva para que no se muriera de hambre ni de enfermedad, porque en la India tuvo una fiebre de malta que lo puso en un tris de partir al otro chica de acompanamiento tournon en rhone. La chica y los dos chicos chica de acompanamiento tournon en rhone viajaban con él se turnaron a su cabecera, mientras convalecía en un inmundo hospital de Madras donde las ratas se paseaban entre los enfermos tendidos en el suelo sobre esteras. Estaba pintando retratos a carboncillo, por un par de libras esterlinas cada uno, a las puertas del Victoria amp; Albert Museum, en Brompton Road, cuando, inesperadamente, una señora con una sombrilla para el sol y unos guantes de gasa le pidió que retratara a la perrita que paseaba, una King Charles de manchas blancas y cafés, cepillada, lavada y peinada con aires de lady. La perrita se llamaba Esther. Cuando iba a pagarle descubrió que no llevaba consigo ni un centavo, porque le habían robado la cartera o la había olvidado en casa. Pero luego de dar unos pasos, regresó y alcanzó a Juan una tarjeta. Stubard vivía sola, con la pequeña Esther, en una casita de ladrillos rojos y un pequeño jardín que ella rnisma cuidaba y mantenía primoroso, en una sección tranquila y próspera de Saint John's Wood. La había heredado de su marido, un pediatra que se pasó toda su vida en los pabellones y consultorios del Charing Cross Hospital cuidando niños ajenos y que nunca pudo tener uno propio. Ella lo reconoció enseguida. Y, si no es mucho pedir, a que me convide un pedazo de pan. Y aproveche también para lavarse los pies en el caño del jardín. Se veía muy bien. Estuvieron conversando un buen rato y ella exigió que Juan le contara su vida de pe a pa. Tenía un cuerpo de setenta, pero un espíritu de quince. Y, muérete, la volví una hippy. Juan caía por la casita de St. John's Wood una vez por semana, bañaba y peinaba a Esther, ayudaba a Mrs. Stubard a podar y regar el jardín, y, a veces, la acompañaba a hacer la compra al vecino almacén de Sainsbury. Los aburguesados residentes de St. John's Wood observarían extrañados a la asimétrica pareja. Juan la ayudaba a cocinar -le enseñó las recetas peruanas de la papa rellena, el ají de gallina y el ceviche- le lavaba los platos y luego tenían conversadas sobremesas en las que Juan le hacía oír conciertos de los Beatles y los Rolling Stones, le contaba sus mil y una aventuras y anécdotas de los chicos y chicas hippies que había conocido en sus peregrinaciones por Londres, la India y el Nepal. Chica de acompanamiento tournon en rhone curiosidad de Mrs. Al final, venciendo sus prejuicios -era una metodista practicante- dio dinero a Juan para que le hiciera probar la marihuana. Stubard y Juan fueron a ver del brazo a un cine de estreno en Picadilly Circus. Como si los testimonios de Juan sobre la subcul-tura hippy no le bastaran, Mrs. Stubard le propuso un día que invitara a dos o tres de sus amigos a tomar el té. Él tenía toda clase de dudas. Temía las consecuencias de aquel intento de mezclar el agua y el aceite, pero, al final, organizó la reunión. Stubard, o se robaban algo de su casa, él, rompiendo su vocación pacifista, les apretaría el pescuezo. Stubard, pero, cuando encendieron un palito de incienso explicando a la dueña de casa que así se purificaría espiritualmente el ambiente y el karma de cada uno de los presentes se manifestaría mejor, resultó que Mrs. Stubard tenía un organismo alérgico a las nubéculas purificaderas: le vinieron unas ruidosas e imparables rachas de estornudos que le enrojecieron los ojos y la nariz y dispararon los ladridos de Esther. Para la moral metodista en la que había sido educada, aquello del amor tripartito resultó algo que Mrs. De visitarla una vez por semana, Juan pasó a dos, a tres y, finalmente, a vivir con Mrs. La convivencia, contrariamente a lo que Juan temía, fue perfecta. La dueña de casa no intentaba entrometerse para nada en la vida de Juan, ni le preguntaba por qué algunas noches se quedaba a dormir afuera o llegaba a acostarse cuando los vecinos de St. John's Wood partían al trabajo. Le dio llave de la casa. En casa de Mrs. Stubard, poco a poco, fui redescubriendo la perversión miraflorina de la ducha diaria. Paneras y el East End, la vida cesaba a las nueve de la noche. En las vacaciones de verano pasaban una semana en Bristol, en casa de unos cuñados, y otra en los lagos de Escocia, que a su esposo le encantaban. Stubard nunca había salido de Gran Bretaña. Pero se interesaba por las cosas del mundo: leía The Times con atención, empezando por las necrológicas, y escuchaba en la radio las noticias de la BBC a la una y a las ocho de la noche. Nunca se le había pasado por la cabeza comprar un aparato de televisión e iba al cine rara vez. Pero tenía un tocadiscos, donde oía sinfonías de Mozart, de Beethoven y de Benjamín Britten. Y debía de serlo, a juzgar por el Jaguar rojo que estacionó en la puerta de la casa. Joven y jovial, de rubios pelos crespos y cachetes encarnados, se sorprendió de que en la casa no hubiera una sola botella de good Scotch y que tuviera que contentarse con una copa de un vinito dulce de moscatel que, después del té y los consabidos pastelitos de pepino y la torta de queso y limón, sacó Mrs. Stubard para agasajarlo. Se quedó hasta el anochecer, contando anécdotas de los pura sangre que preparaba en Newmarket para las carreras. Y les confesó que había resultado preparador porque no pudo ser jockey, debido a su contextura robusta. Mejor que sacarse el primer premio de la lotería. Antes de irse estuvo contemplando, complacido, el carboncillo que Juan Barreto le había hecho a Esther. Stubard y Esther, cambiaron definitivamente el rumbo de su vida. Patrick Chick, a la que él preparaba, y cuyo dueño, feliz con las satisfacciones que le daba en los hipódromos, quería eternizarla en un óleo? Le ofrecía libras si el retrato le gustaba; si no, Juan podría quedarse con la tela y recibiría 50 pounds por el esfuerzo. Gracias a Primrose, a Charles y a Mr. Chick el óleo de Primrose le gustó y le alcanzó al maravillado Juan Barreto las libras prometidas. Lo primero que hizo Juan fue comprarle a Mrs. Stubard un sombrerito con flores y un paraguas que hacía juego con él. Habían pasado cuatro años desde entonces. Se había comprado una casita en el campo a medio camino entre Cambridge y Newmarket y un pied-à-terre en Earl's Court, para sus temporadas en Londres. Todas las veces que venía a la ciudad iba a visitar a su hada madrina y a sacar de paseo a Esther. Stubard chica de acompanamiento tournon en rhone enterraron en el jardín de la casa. La moda hippy había entrado en Francia apenas y las gentes se volvían en la calle a mirar a Juan por su indumentaria. Era una excelente persona. Gracias a él hice cosas que nunca había hecho, pasar noches blancas en discotecas o en fiestas hippies en las que el olor de la hierba impregnaba el aire y se servían unos pasteles preparados con hachís que disparaban al novato que era yo en unos gelatinosos viajes suprasensibles, a veces divertidos y a veces pesadillescos. Las francesas tenían, en el imaginario universal, la fama de ser libres, desprejuiciadas y de no oponer demasiados remilgos a la hora de irse a la cama con un varón, pero, en verdad, quienes llevaron esa libertad a un extremo sin precedentes fueron las chicas y los chicos de la revolución hippy londinense, que, por lo menos en el círculo de conocidos de Juan Barreto, se iban a la cama con el desconocido o la desconocida con quien acababan de bailar y volvían al poco rato como si nada a seguir la fiesta y repetir el plato. Te aseguro que en muchos ambientes de París hay la misma libertad que aquí. Seguramente era verdad. Mi vida parisina -mi vida, en general- había sido bastante sobria, incluso en los períodos sin contrato de trabajo, en los que, casi siempre, en lugar de echar una cana al aire, me dedicaba a perfeccionar el ruso con un profesor particular, porque, aunque podía interpretarlo, no me sentía tan seguro con la lengua de Tolstoi y Dostoievski como con el inglés y el francés. Juan insistió mucho, desde nuestro primer encuentro, en que cada vez que fuera a Londres me quedara en su pied-à-terre de Earl's Court. Él lo ocupaba apenas porque la mayor parte del tiempo la pasaba en Newmarket transfiriendo equinos de la realidad a las telas. Yo le haría un favor desapolillando el pisito de cuando en cuando. Si coincidíamos en Londres, tampoco habría problema porque él podía dormir donde Mrs. Insistió tanto que, al final, acepté. Juan era ahora un hippy que no hacía dietas ni creía en el vegetarianismo. Me gustó mucho Earl's Court, me enamoré de su fauna. Chica de acompanamiento tournon en rhone su hedonismo tranquilo, pacífico, los hippies no hacían daño a nadie; tampoco ejercían el apostolado, no querían convencer ni reclutar a esas gentes con las que habían roto para llevar su vida alternativa: querían que los dejaran en paz, absortos en su egoísmo frugal y su sueño psicodélico. Pero sentía una gran simpatía y hasta una envidia melancólica por esos muchachos y muchachas, entregados sin la menor aprensión al confuso idealismo que guiaba sus conductas y sin imaginar los riesgos que por todo ello estaban obligados a correr. Pero, en las callecitas de casas de dos o tres pisos, con jardincillos a la entrada y en la parte trasera, de Earl's Court, se veía a las gentes vestidas como si fueran a un chica de acompanamiento tournon en rhone de disfraces, incluso en harapos, a menudo descalzas, pero siempre con un sentido estético aguzado, buscando lo llamativo, lo exótico, lo distinto, y con detalles de picardía y humor. A mí me maravillaba mi vecina, Marina, una colombiana que había venido a Londres a estudiar danza. Marina, aunque vivía con grandes apuros de dinero y debía de tener muy poca ropa, rara vez se vestía dos veces de la misma manera: aparecía un. Muchos hippies, acaso la mayoría, procedían de la clase media o alta, y su rebelión era familiar, dirigida contra la regulada vida de sus padres, contra lo que consideraban la hipocresía de sus costumbres puritanas y las fachadas sociales tras las que escondían su egoísmo, su espíritu insular y su falta de imaginación. Su filosofía no estaba basada en el pensamiento y la razón sino en los sentimientos: en el feeling. Una mañana en que me hallaba en el pied-à-terre de Juan dedicado a la prosaica tarea de planchar unas camisas y calzoncillos que acababa de lavar en la Laundromat de Earl's Court, me tocaron la puerta.
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Es el color de ese cielo. Vc entendeu? I don't think I love very many things but here are the ones I can think of: I love the first sip of coffee in the morning, I love reading someone else's words and finding a connection in them, I love the feeling a good song invokes, I love calmness, I love wondering, i love taking pictures, I love driving at night with no destination, I love the gentle kind of sadness like a reminder that I can feel. Assim como pensamos que o outro é difícil, nós certamente somos difícil pra alguém. Frases sobre calma e tranquilidadeO que podemos chamar de diferente invés de difícil. Pensamos diferentes e pra quem lida com a ideia inversa, muitas vezes soa como "pessoa difícil". É cada um no seu canto. ![]() E dar opiniões quando for solicitado. Respeitar o espaço e a intimidade do outro. Son palabras de chico, las regalamos, las ponemos en banderas para que no se olviden, son palabras levantadas en el aire para que sean libres, dichas bajito para compartirlas y escritas en Frases sobre calma e tranquilidade tela para que no desaparezcan. Lo bueno que tiene es que somos muchos y hablamos por mucho tiempo: Somos los chicos. 40 mejores frases de tranquilidad y calmaLos invitamos a jugar con nuestra proclama y a lo mejor jugando y jugando, puedan ver el mundo de otro modo. Somos los chicos gente grande. Tener hambre no te deja ser libre. Tu hijo puede ser el maestro de tu vida. Se asoció a la divinidad, a lo místico, a la realeza y a la elegancia. Era el tono que generaba bienestar y confianza en el ser humano…. Vivendo com calma - Pe. Fábio de MeloLlevamos años realizando estudios en el desconocido mundo de la psicología del color obteniendo resultados sorprendentes. No obstante, recreémonos durante un momento. 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La muchacha que me atendió fue encantadoracualquier pregunta que yo le hiciera sabia responderla con todo conocimiento, me quede sobre toda fascinada con que tienen 16 tipos de mojitos vendré siempre gracias por todo. We went to the Pembroke Pines location. The food was great the music was wonderful and we loved the 9 p. Pembroke Pines FL -- MASSIVE REVAMP! #2Would recommend it to anyone. The food is Cuban and is something you can get cheaper at any other Cuban spot. They took extremely long to attend to our table the whole night. We had to repeat what we singles de pembroke pines fl 33082 asked for a few times to the waitress. Really good, definitely will come back for other events. Service was terrible and food was awful. This venue has a lot going for it - great food at an affordable price and nice ambiance. Unfortunately the waiters were not attentive and the service was extremely slow - especially the drink service. 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I was so impressed with the attention we received and the food was delicious. My server was very knowledgable and the food was great! I will be returning in the near future. As a cuban I'm always looking for cuban restaurants that offer something more than just the basic stuff. Havanaa reference to Cuba's golden era, does just that. There are great choices on the menu, the service is good, and the ambiance is well worth the trip. I found a great place to go to when I am back in Miami to visit. I see it as a step up from Sergio's, La Carreta, and Versailles, but that's just my opinion. 11 Perfumes that I'm Using from January thru March 2019It's a little loud when the live music is playing- but hey, it's live music. Food is very good- drinks are very good. ![]() Definitely will go back again. Went here on a Friday night. ![]() There was live music and the ambiance was singles de pembroke pines fl 33082. We started with the Cuban Combo which included croquetas, papa rellenA, yuca, tamal, masitas de puerco and mariquitas. That was extremely good. The yuca comes with a cilantro dip that is to die for! Then my gf and I shared the vaca frita, which was extremely tasty. It was perfectly seasoned! To end, we had their Très Leches as our dessert. Would definitely go back! Great addition to the Pines area. Classic Cuban cuisine, genuine decor, and reasonable prices. Staff very friendly and got our table right away, but the service was a bit slow. Only negative are the loud music from the restaurant next door and the need to valet park. Great new place, lively music, attentive staff, great tasting food Food was good; service needs to be improved; not really singles de pembroke pines fl 33082 for breakfast yet; perhaps, you should have opened lunch and dinner for a few weeks before beginning breakfast service. Beautiful decor, excellent food and service. Service was slow, we felt forgotten at different times during our dining experience. Awesome vibrant place with culture relevance. Needs to remain open later as bar or hang out with live music. La relación entre un hombre Capricornio y una mujer Cáncer normalmente goza de un #Cáncer ♋ el será un año muy interesante en el amor para ti. Es compatible Cáncer con Capricornio? Consulta tu compatibilidad y el horóscopo diario. Horóscopo de weebly Si eres del signo Cáncer o de Capricornio, quizás te preguntas que tipo como una ama de casa pegajosa (no importa si es hombre o mujer). Son egoístas pero no lo aparentan. Por esta razón una situación de crisis es un reto para ella. Allí se crece. Mujer Cáncer, Hombre Capricornio (Compatibilidad)Un estado de emergencia le permite desarrollar sus habilidades, al tiempo que expone su mejor talento para salir airosa. Es una luchadora que quiere materializar sus objetivos. La relación entre un hombre susceptible, que se problematiza con mucha facilidad contrasta con la pose y actitud dura de la capricorniana. ![]() Pero también en la solidaridad, seguridad y serenidad. Ella siente profundamente, tiene un profundo sentimiento hacia cualquier cosa familiar y tiene una lealtad incuestionable hacia aquellos que ama. ![]() El hombre de Capricornio trata sobre el mundo externo y avanza a pesar de las emociones de una situación. En su mejor momento, estos dos se complementan. Cada uno tiene la capacidad de compensar los puntos débiles del otro. Son como diferentes caras de una misma moneda: En muchos sentidos, es bueno tener un compañero que corrija alegremente las deficiencias del otro compañero. Sin embargo, también puede ser desagradable, lo que hace que sea muy importante para esta pareja entender cómo el otro muestra su amor. Horóscopo: ¿son compatibles los Cáncer y Capricornio en el sexo?Sin embargo, dos personas que se complementan entre sí corren el riesgo de profundizar en sus diferencias. Ciertamente hay química. CANCER " MATRIMONIO CON EL AMOR DE TU VIDA" PREDICCIONES 2019El agua cardinal usa la fuerza de las emociones y los sentimientos para conectarse con el mundo. Al igual que el hombre Capricornio, su lado suave a menudo se oculta bajo un exterior duro, fresco, tranquilo y controlado. Compatibilidad Cáncer y CapricornioElla siente profundamente, tiene un profundo sentimiento hacia cualquier cosa familiar y tiene una lealtad incuestionable hacia aquellos que ama. El hombre de Capricornio trata sobre el mundo externo y avanza a pesar de las emociones de una situación. ![]() En su mejor momento, estos dos se complementan. Cada uno tiene la capacidad de compensar los puntos débiles del otro. En muchos sentidos, es bueno tener un compañero que corrija alegremente las deficiencias del otro compañero. Sin embargo, también puede ser desagradable, lo que hace que sea muy importante para esta pareja entender cómo el otro muestra su amor. Mi encuentro conmigo es una película del genero drama y comedia protagonizada por Bruce willis. Mi encuentro conmigo cuenta la historia de un asesor de. La superestrella internacional Bruce Willis (SEXTO SENTIDO, ARMAGEDDON) junto con Lily Tomlin (SOPA DE GEMELAS, CÓMO ASESINAR A SU JEFE). Ver The Kid (Mi encuentro conmigo) () online. Poster de Ver película online [, VOSE, CASTELLANO, LATINO, DVD-R] [Calificación: PG – MPAA] La actuación De Bruce Willis lejos del clisé de hombre de acción. ![]() E "Duas Vidas", é o nome do filme em português. Bem diferentes né uhahuuhahua? Nunca assisti. ![]() Vou assistir agora que você disse que gostou. É muito bonita. O livro se chama "O Menino no Espelho". ![]() É lindo o livro. É de fato um tema recorrente, e muito interessante. Si, de ella uno logra pensar en porque no nos esforzamos mas y no dejarnos caer para cumplir nuestras metas y sueños para ser realmente felices. ¿donde puedo descargar la pelicula (mi encuentro conmigo) gratis?No olvidemos cuales son nuestras metas y luchemos por cumplirlas. Un día encuentra en el interior de su casa a un pequeño niño de 8 años de nombre Rusty Spencer Breslin. Poco a poco Russ va descubriendo que el pequeño es en realidad él mismo cuando tenía esa edad, lo que origina varios episodios de ansiedad en su yo adulto. The Kid 2000 / Bruce Willis, Spencer BreslinPublicado por Erika Chaires en Veronica Barona Avila 21 de septiembre de Jaqkelin Ramirez 21 de septiembre de Luis Antonio Lopez Diaz 21 de septiembre de Jorgeluis Rodriguez 22 de septiembre de Alondra Rodriguez Garcia 22 de septiembre de Alex Retana 22 de septiembre de Allin Flores 22 de septiembre de Pues la película te A SE como una representación de su vida de como era de chico y y en mi opinión personal mi encuentro conmigo bruce willis pelicula completa bonita y linda por que no no dejemos caer por nada a pesar de que tanto daño nos agan. Como dice solo quería un perro, una familia y pilotear un avión. Solo vamos a escribir una historia, nuestra historia don de consigamos nuestras metas. Hola Maestra, Buenas Noches. La película estuvo muy padre a mi parecer, pues la historia relata muchas cosas maravillosas, desde el como es su vida,hasta y como logra corregirla para no ser un don nadie, me causó curiosidad e inquietud cuando ve la avioneta y se encuentra con el mismo pero de pequeño. Mi encuentro conmigoMe asombro mucho al ver eso. Y que poco a poco el va recordando su pasado y logra verse a futuro, y ve que es miserable, vive solo y no tiene un perro llamado chester. Entonces con este pequeño, osea el mismo, recordó todo su pasado en el cual vio como eran sus padres, hermanos e incluso el mismo hace muchos años. Mi Encuentro Conmigo Películas completa en español Audio LatinoMe dio muchos puntos de vista y razonamientos que a la ves me e identificado, y con esto creo que todos podemos corregir o fomentar una una nueva historia para nuestro futuro. Me gustó mucho, una película muy ejemplar Att: Retana Blancas Javier Alejandro. ![]() Hola maestra, buenas noches. Muchos ejemplos de oraciones traducidas contienen “para terminar, me gustaría ” – Diccionario inglés-español y buscador de traducciones en inglés. Muchos ejemplos de oraciones traducidas contienen “para terminar decir que” – Diccionario inglés-español y buscador de traducciones en inglés. Traduce para terminar. Mira 3 traducciones acreditadas de para terminar en ingles con oraciones de ejemplo y pronunciación de audio. Running Low Shawn Mendes (Traducida)Hola Sarah Adjunto nuestra propuesta para la campaña de publicidad en Google. Te lo agradecería si pudieras aprobar el plan antes del viernes. Destacamos las clases sobre los emails con muchos modeles de correos en inglés. La segunda de nuestros cursos dedicados a vocabulario inglés relacionado con el mundo de la empresa. Vocabulario empresarial 2. El segundo de nuestros cursos sobre el inglés que se precisa en las reuniones de negocios. Las reuniones de negocios para terminar en ingles. 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Running Low Shawn Mendes (Traducida)Dar malas noticias. No somos perfectos, y nuestras colegas menos, así que algunas veces es necesario disculparnos. Veamos cómo escribir un email para pedir disculpas. Pedir perdón por email. Estamos aquí para ti El ingles tiene dos frases de uso muy, pero muy, habitual, en los emails de negocios en inglés que son I look forward to Quedo a la espera de Please let me know A último momento Ruben, un compañero de juerga, acercó la posibilidad de relacionarse con compañía femenina, distinta, no conocida, chicas de otra ciudad. Un recorrido por los lugares y los testimonios de hombres y mujeres de la isla aparenta ser una humilde casa de huéspedes al sur de la Habana Vieja. . de mujeres que se dejan ver en compañía de cubanos o cubanas”. Andrés se acercó a la chica que aún permanecía en la ventana, deslizó lentamente A Andrés la compañía de aquella atractiva muchacha, comenzaba ya a. Relaciones Ocasionales en La Habana Destaca este anuncio. 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En sus aulas se formaron las primeras generaciones de ilustrados una clase educada de criollos, mestizos y nativos. ![]() De los mismos ilustradosde suyo anticlerical por propiciar el ateísmo, racionalismo y liberalismo en los pueblos, originó los focos de descontento contra las autoridades coloniales y especialmente contra el omnímodo poder del clero regular. El movimiento se extendió por otras zonas de la isla, y en provocó la Revolución filipina. Capital Cities - Kangaroo Court (Official Music Video)En agosto dedurante la guerra hispano-estadounidense y tras la batalla de Caviteel ejército de Estados Unidos tomó control de la ciudad. Hasta el 31 de julio delos estadounidenses gobernaron militarmente tanto el país como la ciudad, ya capital del Protectoradofecha en que el Ayuntamiento fue transferido a un grupo de colaboracionistas pertenecientes a la clase dirigente manileña. Bajo control estadounidense, un nuevo Gobierno insular de orientación civil, encabezado por el Gobernador General William Howard Taftinvitó al urbanista Daniel Burnham a adaptar Manila a las necesidades modernas. Los edificios planificados incluyeron un centro gubernamental que ocupa todo el campo de Wallace, que se extiende desde el parque Rizal hasta la actual avenida Taft. El Capitolio filipino debía elevarse en el extremo de la avenida Taftmirando amor en linea en national capital region el mar. Del propuesto centro gubernamental de Burnham, solo tres unidades -el Edificio Legislativo y los edificios de los Departamentos de Finanzas y Agricultura- se completaron cuando estalló la Segunda Guerra Mundial. Tras el ataque a Pearl Harbor por la Marina Imperial Japonesaque tuvo lugar el 7 de diciembre detropas japonesas desembarcaron en Filipinas y tomaron la ciudad de Manila que, bajo la ocupación militar japonesase convirtió en la sede de un Gobierno colaboracionista pro-japonés. Por su parte, las fuerzas japonesas se dedicaron a efectuar masacres entre la indefensa población civil de la ciudad, siendo asesinadas Enel presidente Elpidio Quirino trasladó la sede del gobierno de Filipinas a Ciudad Quezónuna nueva capital en los suburbios y campos al noreste de Manila, creada en durante la administración del presidente Manuel L. Después del mandato de Lacson en la década deManila fue dirigida por Antonio Villegas durante la mayor parte de la década de Ramon Bagatsing un indio-filipino fue alcalde durante casi todo el decenio de hasta la revolución del poder popular en Los alcaldes Lacson, Villegas y Bagatsing son conocidos colectivamente como los "Tres Grandes de Manila" por su contribución al desarrollo de la ciudad y su legado perdurable en la mejora de la calidad de vida y el bienestar de la población de Manila. Durante la administración de Ferdinand Marcosla región de Metro Manila se creó como una unidad integrada con la promulgación del Decreto Presidencial No. Ella comenzó el rejuvenecimiento de la ciudad ya que cambió la marca de Manila como amor en linea en national capital region "Ciudad del Hombre". Durante la era de la ley marcialManila se convirtió en un foco de actividad de resistencia cuando los manifestantes juveniles y estudiantiles se enfrentaron repetidamente con la policía y los militares, que estaban subordinados al régimen de Marcos. Después de décadas de resistencia, la revolución del poder popular no violenta predecesora de las revoluciones pacíficas que derrocó la cortina de hierro en Europa derrocó al autoritario Marcos del poder. EnAlfredo Lim fue elegido alcalde, el primer chino filipino en ocupar el cargo. Era conocido por sus cruzadas contra el crimen. Lim fue sucedido por Lito Atienzaquien se desempeñó como vicealcalde. ![]() Atienza era conocido por su campaña y el lema de la ciudad " Buhayin ang Maynila " Manila reviveque vio el establecimiento de varios parques y la reparación y rehabilitación de las deterioradas instalaciones de la ciudad. Fue alcalde de la ciudad por 9 años antes de ser sacado fuera del cargo. La relación de ambas partes se volvió amor en linea en national capital region, con los dos enfrentando nuevamente durante las elecciones municipales de en las que Lim ganó contra Atienza. Enla Comisión Histórica Nacional de Filipinas erigió una estatua de la "mujer de confort" a lo largo del bulevar Roxaslo que hizo que Japón expresara disconformidad por el hecho de que dicha estatua se erigiera en la ciudad a pesar de la saludable relación entre Japón y Filipinas. Buscar Pareja Gratis weebly en weeblyrar Pareja. weeblyEn las elecciones deel ex presidente Joseph Estrada derrotó a Lim en la carrera por la alcaldía. Sin embargo, a pesar de estos logros, Estrada solo ganó por amor en linea en national capital region a Lim en su revancha electoral en Al oeste de la ciudad se encuentra la maravillosa bahía de Manila. Al sur se encuentra el antiguo centro español de Intramurossolar de la ciudad amurallada. En el norte se extienden los modernos barrios residenciales y comerciales. La zona industrial se concentra en la zona del puerto. Destruida durante la Segunda Guerra Mundialfue reconstruida bajo criterios urbanísticos estadounidenses. Sus numerosos barrios superan ya los límites provinciales: El de Makati, en torno al parque Forbes, es un centro residencial muy importante. Posee varios museos, así como bibliotecas amor en linea en national capital region un observatorio. La dirige un gobernador que gestiona sus servicios a través de diferentes escalones administrativos. Justo con el resto de las Filipinas, Manila se encuentra enteramente dentro de los trópicos. El min nan es hablado por la comunidad sinofilipina. Luego de la independencia dehubo un cambio en la política económica de las Filipinas: de promoción de la exportación a la sustitución de la importación. El beneficiario de las políticas de la sustitución de las importaciones fue la región de la capital. La base industrial de la ciudad se ha incrementado en décadas recientes para incluir productos textiles, publicaciones, e imprentas, comida procesada, y la manufactura de tabaco, pintura, medicina, aceites, jabón y madera. Películas románticas - Las 28 mejores películas de amor para ver en parejaDe Wikipedia, la enciclopedia libre. Para otros usos de este término, véase Manila desambiguación. Ciudad de Manila. Véase también: Intramuros. Véanse también: Revolución filipina y Guerra filipino-estadounidense. National Statistics Office of the Republic of the Philippines. Archivado desde el original el 25 de junio de Consultado el 2 de octubre de Forbes Magazine. Bulletin of the Indo-Pacific Prehistory Association. Archivado desde el original el 7 de julio de Consultado el 20 de julio de Gobierno de Brunei Darussalam. Archivado desde el original el 15 de abril de Consultado el 3 de marzo de Guttenburg Free Online E-books en inglés 1 : This gives some twelve hundred Spanish families or establishments, exclusive of the religious, who in Manila numbered at least one hundred and fifty, the garrison, at certain times, about four hundred trained Spanish soldiers who had seen service in Holland and the Low Countries, and the official classes. Archivado desde el original el 2 de abril de Consultado el 19 de marzo de Consultado el 1 de agosto de Quezon City Official Website. Consultado el 22 de abril de The LawPhil Project. Robles 24 de junio de Virtual Law Library. Angela Stuart-Santiago. Consultado el 3 de diciembre de Archivado desde el original el 3 de diciembre de GMA News. |